jueves, 1 de marzo de 2012

Talleres del Sarmiento: un hospital de trenes viejos y emparchados

Faltan repuestos y herramientas para arreglar los vagones. Los delegados apuntan contra TBA. Castelar, ocho y media de la mañana. Sobre el pasto, junto a las vías del Sarmiento, se ven 18 compresores.

 


 Algunos tienen forma de bobinas y otros son como bidones grises que miden alrededor de un metro. Esas piezas, explicarán los técnicos, son el “corazón” del tren y cada vagón debe tener el suyo. Su función es suministrar aire para que la máquina se detenga y también para que traccione. De los 18 que observa Clarín , no funciona ninguno. Ni uno. Difícil no relacionar el dato con la tragedia de Once. El miércoles 22, el tren de TBA que chocó contra la cabecera de Plaza Miserere sumaba 9 vagones. Según los delegados, sólo 5 tenían compresores. En el taller de mantenimiento de trenes, en la estación Castelar, aseguran que les faltan estas piezas porque son muy viejas (la mayoría de los trenes del Sarmiento son Toshiba de los años 60) y cuando se rompen no cuentan con herramientas para arreglarlas . ¿Qué hacen entonces los operarios? Van transplantando compresores de formaciones en desuso a otras activas. Está claro que no siempre alcanzan. El galpón del taller tiene 500 metros de largo y 200 de ancho. Cuando llega Clarín , dentro del hangar, dos operarios están “atendiendo” un tren. Toman piezas de otra formación que está parada y aislada en el fondo. Tienen que cambiar una puerta. La de repuesto está agujereada en la parte inferior. Así quedará en una formación que debe salir al ruedo hoy. Más adelante, el delegado Miguel Almirón muestra un metal rectangular adherido a un tablón de madera ubicado cerca de la llanta del tren: “Este es un suplemento que se le pone a la viga. Mirá, está rota.



La puntera que es ésta, está rota. Entonces, ¿qué se hace? Se le pone un suplemento y se suelda . Si hubiera material, lo que se hace es bajar esta viga, tirarla y poner una nueva”. Uno de los datos escalofriantes que dejó la tragedia es cómo el segundo vagón del tren accidentado avanzó seis metros sobre el primero. Entones, se advirtió sobre material endeble de las paredes. Ayer, en el hangar, un vagón presentaba un hueco del tamaño de una mano . Por el agujero se dejaba entrever el material oxidado de la finita pared. Debajo del hueco, un hierro rectangular pintado de blanco, como el resto del vagón, hacía de parche y tapaba lo que sería un tajo de un metro de largo. Eso, “emparchar” con material avejentado y débil es una de las actividades que más realizan en Castelar. En una de las paredes del taller se suceden portones verdes que introducen a diversas habitaciones. Una es la sala de herramientas. Adentro, parece una ferretería por la cantidad de repisas paradas. Sin embargo, la mayoría de los anaqueles están vacíos . “No tenemos herramientas para darles a los compañeros nuevos. El último dijo que por suerte tenía una caja de pesca y trae sus herramientas de ahí”, contó Rodrigo Pardeyro, otro delegado del taller. Los operarios aseguran que informaron de estos desperfectos a su jefe, el director de material rodante de TBA, Roque Cirigliano. Es el primo de los hermanos que manejan la concesión del Sarmiento y el mismo que a horas de la tragedia calificó como “aceptable” el servicio. Los delegados también dicen que desde 2003 elevaron 300 denuncias al Gobierno. La última se la dieron en mano al secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi.

Fuente: Clarin

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