El artículo de Pablo Mascareño, ilustrado por hermosísimas fotos de Ariel González, comenta que en la estación Federico Lacroze, viajeros de ritmo cansino, bolsones recargados, boina, mate y termo en mano, aguardan el inicio de un viaje diferente. La mayoría no son turistas, o por lo menos, no van con cámara en mano y ropa deportiva último modelo.
El Gran Capitán es un tren social, con pasajes a bajo costo, que cubre en 36 horas de marcha lenta el trayecto de Buenos Aires a Posadas. En ese día y medio de convivencia se percibe en un clima de festividad pagana; sol tibio en el día y estrellas incontables que se dibujan en la noche.
No fue así siempre. Junto con El Correntino y el Cataratas (de lujo). Los tres se contaban entre los más destacados expresos ferroviarios.
Además, existían varios trenes regionales que unían los pueblos intermedios sin llegar a terminales cabeceras.
El Gran Capitán partió de Posadas, por última vez, el 10 de marzo de 1993. El servicio volvió a funcionar -ya muy alejado del lujo- en el año 2003, circulando sobre la traza del ex Ferrocarril Urquiza. La formación, que dos veces por semana une el porteño barrio de Chacarita con la misionera ciudad de Garupá, conecta 29 localidades y decenas de pequeños pueblos. El pitido de la locomotora anuncia el comienzo del litúrgico trayecto. En Santos Lugares, la basílica de Lourdes bendice la travesía. Es tiempo de una primera mateada.
Zárate-Brazo Largo
Luego del bree stop en General Sarmiento, llegamos a Zárate. Aquí la parada es de media hora. Al pie del último estribo se arma la guitarreada. El Gran Capitán vuelve a acelerar.
El primer puente atirantado sobre el Paraná de de las Palmas brinda un marco imponente. El río ancho en calma, apenas surcado por unos botes de pescadores, es atravesado en altura por los rieles y el pavimento de la RN 12, que corre pegada. El tren ya transita la zona de Brazo Largo, en tierras entrerrianas.
El atardecer comienza a esconderse tras las palmeras. Las estaciones de San Martín, Médanos, Carbo, Larroque y Urdinarrain quedaron atrás. Ya es noche. Y en Basavilbaso se produce una pausa de diez minutos. La pintoresca estación incita a tomase fotografías y observar mobiliario ferroviario de época.
Estamos en el corazón de Entre Ríos, en la cima de la Cuchilla Grande. Tierras de los gauchos judíos.
El tronar de la locomotora altera la cena de la ciudad abandonada. El reflejo de El Gran Capitán sobre los bordes permite descubrir algunos carpinchos que se espantan ante el estruendo. Mientras la comida humeante se comienza a servir en el coche comedor, avanza el conteo regresivo para llegar a Villaguay, Clara, San Salvador y la ciudad de Concordia, que nos recibirá pisando la medianoche.
Tierra Guaraní
Federación, Chajarí, Mocoretá y Pujol sólo fueron un reflejo en medio del sueño acumulado por el vaivén. Los primeros rayos de sol dejan entrever una vegetación considerablemente más agreste. Entre esteros y matorrales, el tren le pide permiso a la espesura que roza los vagones. La traza circula cercana a un imperceptible río Uruguay. Gallaretas, avestruces y hasta unas ovejas exiliadas se desperezan bajo el rocío del amanecer, al igual que los pasajeros.
Estamos en territorio correntino listos para una parada especial: Monte Caseros, ciudad con historia.
Recorrimos 640 kilómetros, pero aún restan 450 más. Paso de losa Libres nos recibe en un mediodía soleado que invita a degustar manjares correntinos. Los vendedores nos ofrecen a viva voz las delicias típicas de la región. ¡Cómo decirles que no a la chipá, el panecillo más famoso del litoral!
Algunos baqueanos narran leyendas como la del Carayá, la del Yerutí o la del Crispín.
Otros profundizan sobre la mitología en torno al Gauchito Gil, el santo correntino más ilustre.
El campanazo acelera el final de las historias. Muchos aprovechan para llevarse naranjas de color bien naranja, dulces de mamón y unos pastelitos de queso criollo para acompañar el último “amargo”.
La Ruta de la yerba mate
Luego de pasar Tapebicuá y 25 de Febrero, en la estación La Cruz la yerba mate impregna el aire. La estación es típicamente rural y la formación excede su casco hasta extenderse en un improvisado andén de matorrales. Para bajar, ¡hay que saltar!
La llegada a Santo Tomé despabila a los que cumplían con el sagrado ritual de la siesta y se acercan a los patios de las casas para observar el paso del tren. El pueblo saluda en un acto reverencial.
El contraste del rojo de la tierra y el verde de la selva se hace más intenso. La estación Gobernador Virasoro ya quedó atrás y la locomotora enfila hacia los últimos kilómetros de durmientes.
Luego en Apóstoles, capital de la yerba mate, Garupá en el punto final. Una hora sobre el asfalto en el anochecer ya nos hace añorar El Gran Capitán, el coloso mesopotámico que, en pocas horas, regresará a Buenos Aires cargado de pasajeros, aromas e historias de ensueño tropical.
Datos útiles
Los Servicios parten de la estación Federico Lacroze (Lacroze y Av. Corrientes) los martes a las 10,50 y los viernes a las 22,05. El regreso de Posadas es los miércoles a las 23 y los domingos a las 15.
Los trenes llegan a Garupá. Desde allí los pasajeros son conducidos en bus al centro de Posadas. Este tramo final es de una hora.
El tren se detiene pocos minutos en la estaciones, por lo cual no es conveniente alejarse de los andenes. No todas las paradas tienen la misma duración.
Todo el año circula con coches turista ($75 por tramo), coche comedor, furgón y bandeja para automóviles. En vacaciones se invierno y verano se agregan coches pullman (con aire acondicionado) y coche dormitorio. Los niños mayores de 5 años abonan pasaje. Todos los vagones cuentan con calefacción. T (011) 45554-8018 Oficina Comercial Posadas T (03752) 43-6078. www.trenesdellitoral.com.ar Para comunicarse con la formación en marcha y averiguar su ubicación (011) 15-5425-9598.
Fuente: Bassoenlared
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