lunes, 8 de octubre de 2012

Hace 50 años dejaba de circular el tranvía


El 8 de octubre de 1962, se detuvo el último coche. Era el interno 76 de la línea 1, conducido por el motorman Osvaldo Pedrocca.
Hoy la nostalgia quizá se apodere de muchos cordobeses que alguna vez recorrieron las calles de Córdoba en el tranvía eléctrico: se cumplen 50 años de su desaparición (ver Galería de fotos).
En la madrugada del 8 de octubre de 1962, se escuchó el último traqueteo de un tranvía en la ciudad. Era el coche interno 76 de la línea 1, conducido por el motorman Osvaldo Pedrocca. El servicio de transporte nocturno fue interrumpido en avenida Olmos esquina Alvear y obligado a desviarse de su recorrido habitual.
Aquel día, el transporte urbano se quedó sin un servicio emblemático y, paralelamente, miles de vecinos se quedaron sin lágrimas. Decisiones políticas condenaron a los pintorescos tranvías de hierro y madera al desguace o, en el mejor de los casos, a utilizarse como aulas en escuelas que no tenían dónde impartir clases. Mientras se definía su destino, los coches fueron guardados en galpones ubicados en la antigua estación de calle Mariano Moreno.



La decisión de eliminar el servicio de tranvías fue del Gobierno provincial, mediante el interventor federal Rogelio Nores Martínez. ¿Los argumentos esgrimidos? Que este sistema de transporte era “obsoleto, anacrónico, ruinoso, lento”, que estaba “perimido” y que “entorpecía el tránsito”, entre otros fundamentos. También se consideró que el déficit operativo iba en aumento.
En los primeros meses de 1963, los tranvías fueron desmantelados paulatinamente para convertirse en chatarra o servir de precarias viviendas. Allá por 1964, las carrocerías se destinaron, en su mayoría, a escuelas de la Capital y el interior que carecían de aulas.
Un arranque maravilloso. El servicio de transporte con tranvías eléctricos arrancó en Córdoba en 1909. El 22 de agosto de aquel año, a las 3 de la tarde, se hizo el viaje de bautismo entre el ex Parque Crisol (hoy Sarmiento) y la Plaza Rivadavia, en barrio Alta Córdoba.
Durante 16 años (hasta 1925), los tranvías eléctricos coexistieron con los tirados por caballos, pero la presencia del eléctrico significó un avance extraordinario y le otorgó un perfil nuevo a la ciudad. La gente se maravilló al verlos. Eran administrados por la Compañía de Tranvías Eléctricos de Córdoba. En la década del ‘40, algunos coches de la flota existente fueron reformados al estilo “Santa Marta” en los talleres de esa compañía.
Córdoba llegó a tener 13 líneas con 137 tranvías en su esplendor (fines de la década de 1950) y 84 kilómetros de rieles por los que circulaban. Algunos de los barrios más tradicionales tuvieron la suerte de verlos rodar. Por ejemplo, la línea 1 unía San Vicente con Alberdi; la 2, Pueyrredón con Alberdi; y la 3, Alta Córdoba con el Centro. Uno de los populares personajes de la Córdoba de antaño, Fernando Bertapelle, más conocido como Jardín Florido, acostumbraba viajar en la línea 3.
Reemplazado por ómnibus. Los tranvías eléctricos fueron reemplazados a fines de 1962 por ómnibus Ford Thames (provenientes de Estados Unidos), usados por el ejército. Como las tropas de aquel país no los aceptaron, fueron adquiridos por la firma Alberto J. Armando. Desde Buenos Aires llegaron a Córdoba durante la gobernación de Nores Martínez. Los cordobeses bautizaron “loros” a esos ómnibus urbanos, por su color verde claro. Se los recuerda por ser ruidosos, rígidos de suspensión, duros para girar y deficientes de frenos. Reemplazaron a todas las líneas de tranvías. Así, la 1 del tranvía pasó a ser la 101 del ómnibus; la 2 del tranvía, la 102 del ómnibus, y así... Como parte del personal tranviario no sabía conducirlos, hubo accidentes.
Los “loros” fueron reformados luego con un sistema de aire comprimido, pero igual no duraron demasiado (hasta 1966) y se destinaron para uso oficial de organismos públicos, por caso la Guardia de Infantería de la Policía de Córdoba. Casi paralelamente, en 1965, llegaron los ómnibus Mercedes Benz, que eran más confortables.
Rodar o morir. Después de 53 años de brindar servicio a los cordobeses, con altibajos, los tranvías eléctricos dejaron de rodar. Pero el progreso los condenó al ostracismo, al mero recuerdo.
Tras la muerte del tranvía, sólo quedaron las vías desiertas como mudo testimonio de un medio de transporte público que permitió a Córdoba crecer urbana y socialmente. Los rieles en las calles, gradualmente, fueron tapados por el pavimento.
Muchos relatos se tejieron sobre ellos, muchas generaciones se estremecieron con el campaneo que anunciaba su llegada. Podrán haber desaparecido de las calles, pero permanecen en la memoria colectiva.

Hoy, sólo existen en Córdoba dos unidades tranviarias: el interno 71, fabricado en 1950 por la Compañía de Tranvías Eléctricos de Córdoba y denominado Santa Marta (permanece en galpones del CPC Rancagua), y el interno 350, fabricado en Filadelfia (Estados Unidos) en 1907, traído desde Lisboa (Portugal) y que se expuso en el Museo de la Industria y en los últimos tiempos fue trasladado al Dino de avenida Fuerza Aérea Argentina esquina Río Negro.

Fuente: La Voz del Interior

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