Entre
tantas remembranzas de historias de vida ferroviarias, y analizadas las
causales que hicieron que el Ferrocarril del Sud extendiera su línea
férrea hacia nuestras tierras, en los albores del siglo XX, encontramos
estas familias que evocan con orgullo la vida en las colonias
ferroviarias asentadas a lo largo de las vías, que dividían Neuquén en
el Alto y el Bajo. Sesenta años de amistad y muchas coincidencias en
este relato narrado por sus propios protagonistas. "No somos mellizos ni
gemelos, somos hermanos.
Nuestra amistad comienza en la panza de
nuestras madres (en 1949), ya que Doña María y Doña Luisa se conocían
cuando estaban embarazadas, como también nuestros padres, quienes
integraban la vasta familia ferroviaria. Es decir que desde el 13 de
agosto hasta el 25 de octubre de 2009, fecha de nuestros cumpleaños,
estuvimos festejando los 60 años de amistad entre nuestras numerosas
familias. Vivíamos en las colonias ferroviarias, entre las calles Tierra
del Fuego y Mitre, sobre las vías del ferrocarril, frente al famoso
tanque de agua de color negro que abastecía a todo el barrio, aún hoy de
pie. Comenzamos nuestra educación en el Jardín de Infantes ubicado en
la Plazoleta de Avenida Olascoaga entre Mitre y Sarmiento. Muy cerquita
estaba funcionando el Kiosco redondo, de chapa, de Oscar Pérez (lo
llamaban “Dos de oro”), Cuando fuimos grandes seguimos juntos la pimaria
en la Escuela Nº 2 desde primero a séptimo grado, circulando para ir a
la escuela, caminando por la Diagonal 25 de Mayo de punta a punta, en la
sombra de los eucaliptos. Recuerdo la enorme capacidad de trasmitir y
enseñar de todos los maestros, sin excepción, que a diario nos impartían
sus conocimientos.
Una vez superada la etapa de la escuela primaria y
secundaria, llegó el momento en que nos convocan al servicio militar,
hacia fines de la década del ‘60. Para sorpresa nuestra, fuimos
sorteados con los números 203 y 215, en ese entonces nuestra clase se
convocó hasta el 190: nos salvamos los dos por un pelito. No obstante
tuvimos que hacer un curso de tiro al blanco en el Tiro Federal. Después
de seis meses de incertidumbre, finalmente nos entregan la Libreta de
Enrolamiento firmada por la autoridad militar. Cuando salíamos a
divertirnos, era difícil que las chicas nos creyeran de todas nuestras
coincidencias, ya que los dos nos llamamos Carlos, los dos de la misma
edad, los dos vivíamos en el mismo barrio, los dos íbamos a la misma
escuela, juntos tomamos la primera comunión".
Colonias ferroviarias.
"También queremos rendir homenaje a todos los integrantes de la familia
ferroviaria, maquinistas, guardas, personal de mantenimiento, que
engrandecieron y dieron vida al ramal Neuquén-Zapala. Vivíamos en el
barrio Ferroviario, apenas a 30 metros de las vías por donde circulaban
los trenes de pasajeros, de carga, y de donde se hacían las maniobras
locales. ¡Imagínense los saltos que pegábamos cada vez que pasaba un
tren, hasta que nos acostumbramos al ruido!. Hoy a la distancia, vemos
con nostalgia aquel Neuquén en el que todos nos conocíamos, nos
saludamos, sabíamos quién era quién y a qué se dedicaba o dónde
trabajaba". Empleado municipal. Carlos Vasiuk fue trabajador del equipo
del ingeniero Alonso, responsable de la realización del monumento al
general San Martín, entre otras obras. “Como empleado municipal tuve el
privilegio de inaugurar el Palacio Municipal, de Roca y Avenida
Argentina, primero el cuarto piso, donde funcionaba la Secretaría de
Obras Públicas".
Sus familias.
Carlos Vasiuk se casó con Marta Vidal y
Carlos Bertoni con Marta Segat, también de familias neuquinas, con
quienes formaron una numerosa familia. La amistad ejemplificada con una
historia. "Siempre nos gusta contar esta historia que, a modo de
comparación, nos muestra el grado de amistad que tenemos. Había
terminado la guerra y todos los soldados se encontraban en el campamento
descansando y reponiéndose de las heridas.
De pronto, viene un soldado y
pide hablar con el sargento, pidiéndole permiso para volver al campo de
batalla a buscar a su amigo. Este deniega el permiso, diciéndoles que
era en vano que volviera, ya que estaban todos muertos.
A pesar de esto,
el soldado no hace caso a la orden y se marcha al lugar de los hechos.
Al otro día vuelve, con el cuerpo de su amigo muerto, y lo recibe el
sargento que le había denegado el permiso exclamándole: ¡Vio soldado, yo
le dije que todos habían muerto, no quedaba ninguno vivo! El soldado le
responde: Mi sargento, cuando llegué vi el cuerpo de mi amigo que aún
estaba vivo y sabe lo que me dijo: Hermano, ¡yo sabía que ibas a volver!
En nuestra amistad, nunca mezclamos la política. Siempre fuimos
laburantes, desde muy chicos". Carlos Vasiuk fue cadete en la farmacia
Fittipaldi desde los 12 años, hacia diadermina, la mejor del pueblo.
Bicicleta de reparto rueda chica y rueda grande, con canasto” (La
diadermina era una crema para la piel irritada por la tierra que volaba
en los fuertes vientos del Neuquén de ayer). "Podemos contar mil
anécdotas, el accidente del Pete Izquierdo (dirigente del gremio de los
judiciales e hijo de ferroviario), la caída del Comet IV, etcétera. Si
bien nuestras familias tomaron rumbos diferentes, nos seguimos visitando
con mucha frecuencia, acompañándonos en cualquier fiesta que
acontezca". Estos relatos, enlazan y vinculan la historia neuquina, en
este caso las vivencias de las familias Vasiuk y Bertoni, y nos traen a
la memoria recuerdos muy importantes para aquellos que nacimos en aquel
Neuquén, pequeño y poco poblado, en donde todos nos conocíamos. Hoy el
urbanismo y el arribo de migrantes lo han convertido en una populosa
ciudad con un promisorio futuro, como lo había predicho el ministro
Joaquín V. González cuando vino a inaugurar la nueva capital, a
principios del siglo XX.
Fuente: La Mañana de Neuquen
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