Hoy habrá dos servicios entre la Estación Sud y Ferrowhite. La iniciativa, de carácter cultural y turística, aborda también el pasado, presente y futuro de la localidad portuaria. El anuncio oficial dice que hoy habrá un Tren Cultural entre Bahía Blanca e Ingeniero White, que los servicios saldrán de la Estación Sud a las 14.30 y a las 16 y que volverán a las 17 y a las 18.30.
También dice que los pasajes (ida y vuelta) costarán ocho pesos y que guías explicarán distintos aspectos del recorrido. Seguramente a bordo del único vagón que cubrirá el trayecto se hablará de los trenes urbanos que hasta fines de los 70 movilizaban a los bahienses, que hubo 30 servicios diarios de ese tipo y que entre 1964 y 1966 perdieron el 50 por ciento de pasajeros como consecuencia de la motorización de la Argentina (motos, autos y ómnibus). También se mostrarán los andenes 5 y 6 de la Estación Sud desde donde partían las formaciones con seis vagones y un furgón para bicicletas.
"Amo los andenes suburbanos
de estaciones patinadas
por el tiempo y los olvidos.
Amo las garitas y las barreras,
amo el tren que se despide
y amo el tren en que tú llegas".
(Hasta el último tren, tango de Julio Ahumada y Julio Camiloni).
"Los vagones de primera tenían asientos tapizados en cuero marrón y los de segunda eran de varillas de madera barnizada. En el techo había tres o cuatro arañas con tulipas y las puertas eran de vidrio repartido con un monograma del Ferrocarril Sud pulido. Nadie rompía nada", recuerda Conrado De Lucia, uno de los intelectuales whitenses más comprometidos con la historia de su localidad. "La locomotora corría a 30 kilómetros por hora --dice Roberto González, por entonces maquinista--. Quizás lo más difícil era la salida de White porque allí está una de las playas de maniobras más grandes de Sudamérica. Por aquellos años trabajan muchas máquinas en el sector y gran cantidad de trenes de carga entraban y salían constantemente". El viaje de hoy incluirá antiguas paradas como las instalaciones de la firma Hardcastle, la Estación Spurr y el galpón de locomotoras de White.
También se hablará del Molino América y de la chimenea de la Cervecería Quilmes, entre otros puntos de interés incluidos en el recorrido de 14 kilómetros. Quizás hasta alguien cuente que sobre el "Puente Negro", que unía las avenidas Cerri y Parchappe, no pocas madres llevaban a sus hijos a respirar el vapor de las locomotoras para alejar la tos o como remedio desesperado para la tuberculosis.
"Ya sale el tren.
El humo pinta el cielo
y en el andén agito mi pañuelo.
Ruedas que rechinan
con la angustia del adiós
y ella, mi muñeca,
que se ahoga con su tos.
Se va en el tren
mi pobre novia enferma...
Mi corazón se muere en el andén".
(Ya sale el tren, tango de Luis Rubistein)
Los pasajeros ahora podrán reeditar aquellos viajes que primero incluyeron también a familias y vecinos en general, pero que, con el paso del tiempo, terminaron destinados a transportar a los trabajadores ferroviarios y a los portuarios rumbo al "pique". El "Tren Obrero", tal su denominación popular, funcionó hasta el año 1992 y, como muchos otros, no pudo resistir al desguace del sistema ferroviario nacional impulsado por Carlos Menem. "Los viajes siempre se hacían desde Bahía. Arrancaban a las 3.40 y terminaban a la 1. En los horarios pico (4, 12 y 20), los vagones iban repletos de pasajeros. Se usaba mucho porque el tren tardaba entre 10 y 12 minutos y el colectivo 25 o 30", añade González.
"El tren de las ocho
me trajo este amor
con una esperanza
en cada estación.
El tren de las ocho
que triste se va
ya no me importa esta demora
si total yo sé que ahora,
nunca, nunca volverá".
(El tren de las ocho, tango de Juan Polito y Carlos Lázzari).
El anuncio oficial dice que hoy habrá trenes al puerto y que la experiencia se repetirá el sábado 30 y el domingo 31. También dice que en el futuro, si la demanda lo exige, podría sumarse otra formación con servicios diarios. Pero no dice que estas vías seguramente invitarán a realizar un viaje imaginario hasta aquel Ingeniero White de los años '60 y '70 y hasta un pueblo que, sin la opulencia fabril del actual polo industrial ni los ventajosos 45 pies de calado, supo tener sus muelles atestados de estibadores, sus cantinas repletas de caras sonrientes y sus calles pobladas de trabajadores rumbo a un "pique" siempre dispuesto a cobijarlos con alguna changa. Hoy ya casi nada queda de aquella localidad que con muy poco era feliz y sus rieles vacíos siguen siendo una profunda herida. Sin embargo, hoy habrá un tren dispuesto a redescubrir parte de lo perdido y quizás invite a reflexionar sobre la necesidad de que esta comunidad herida vuelva a encontrar el rumbo.
Fuente: La Nueva Provincia
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