Por Miguel Angel Gaitan
Permítanme, este comentario, pero son palabras que salen de mi alma y están escritas con pasión.
Pues ya casi no recuerdo, cuando fue la última vez que viaje en un tren general, pero creo que ha sido en 1992. Pero por suerte, con motivo de la invitación que recibimos en Amdef, de parte de la gente de FerroWhite, para su exposición relacionada con el Bicentenario, volví a viajar en un tren de larga distancia, esta vez a Bahía Blanca.
A fines de los años 60 casualmente solía tomar ese tren para viajar hasta Tornquist, pero en aquellos tiempos aunque llegaba a la misma hora, salía de constitución 21.50 y no como lo hace ahora 19.40, por lo que se desprende que el viaje dura unas 2 horas 10 minutos más. Pero, demos gracias a Dios que todavía corre ese tren.
Lógicamente, la diferencia es grande, aquellos trenes que eran corridos por una Cockerill o una Baldwin de no mas de 15 años de servicios, y ahora los lleva una GT22 de mas de 36 años de antigüedad, pero eso si, con los mismos vagones, los Materfer Primera, Turista y Restaurante (con 45 años acuesta) y los pullman Hitachi, claro le faltan los dormitorios, que eran los viejos de madera o los primeros Materfer.
Más allá del estado de la vía, el tren se ha desplazado lo más rápido que ha podido, lo cual en muchas oportunidades más que un suave viaje era como andar en una verdadera coctelera, más aun a la vuelta, en que nuestro coche quedo como el último vehiculo de la formación.
Una gran tristeza me ha dado, ver el deplorable estado de los coches y una pena enorme me produzco ver el coche comedor en un estado cataléptico que ni siquiera se puede comparar ni con un bodegón de baja calaña. Y recordaba mis viajes en tren donde el vagón comedor o restaurante era un lugar acogedor a cualquier hora del día o momento del viaje, donde almorzar, cenar o tomarse un café a las 02.00 de la mañana era algo para recordar siempre, como un momento imborrable y parte amena del viaje, y si el mismo era de vacaciones, casi podríamos sintetizarlo como las vacaciones mismas.
Del personal de tren, solamente puedo decir, que tienen un buen trato con los pasajeros, pero que dentro suyo, dada su antigüedad en el ferrocarril, deben estar sufriendo tanto o más que yo por la decadencia en que se hallan nuestros sobrevivientes trenes.
Por mas que el tren corriera sereno en la inmensidad de la llanura y pudiera el escuchar el sonido del bocina cortando la negrura de la noche, como un triste aullido, que tantas veces he oído en mi vida y que extrañaba, no podía abstraerme de mis pensamientos la tristeza que me producía la decadencia de nuestros amados trenes, como el que estaba viajando.
Y recordaba, haber viajado alguna vez en el Lagos del Sur, en el Zapalero, en el Cinta de Plata, en el Norteño, en el que iba a Tinogasta saliendo de Retiro, en el Estrella del Norte o en el Independencia, sin olvidarme en el Rayo de Sol o el Serranoche, o quizás el que iba a Santa Rosa, entre otros, y en medio de mi meditaciones comencé a recordar no muy bien a todos los gobiernos nacionales, desde Frondizi y su Plan Larkin, pasando por Menem, con su “ramal que para, ramal que cierra” y los actuales negociados de la administración Kirchner y su chatarra española, poniendo en evidencia que nuestros políticos carecen de la capacidad de implementar una verdadera POLITICA FERROVIARIA o ESTRATEGIA NACIONAL DE TRANSPORTE, quizás por desidia, desinterés, incapacidad o la recepción de sobres por debajo de la mesa para que ello no ocurra.
Asimismo, también recordaba que desde Alfonsin (1984) hasta la actual Presidente de la Nación, todos los primeros mandatarios han reinaugurados los talleres de Tafi Viejo, y siempre con el mismo resultado el de crear expectativas en un sufriente pueblo tucumano y defraudarlo, como siempre con las mentiras políticas.
Eso si, por lo menos Alfonsin, viajo hasta los talleres en el viejo Tren Presidencial del Belgrano, que ahora casualmente esta en un museo partidario de San Vicente, y no como ha hecho la Sra. Fernández de Kirchner, desde una sala televisiva con una video conferencia.
También recuerdo, que en 1984, para festejar los 100 días de democracia, al Estrella del Norte, le sacaron 8 coches, para formar un convoy llevando a
Buenos Aires, desde Tucumán, a los partidarios políticos del partido gobernante, dejando a los pasajeros con el boleto adquirido en el anden porque no tenían vagones para trasladarlos como correspondía y habían pagado.
Esto lo traigo a cuento por razones de mi trabajo, ya involuntariamente me a tocado intervenir en esas dos historias tucumanas.
También, recordaba que cuando era chico, y mi padre, traía un diario o revista editada, en aquellos tiempos por la Unión Ferroviaria, que decía que los Argentinos a los Ferrocarriles los íbamos a pagar tres veces: cuando los hicimos, cuando los nacionalizamos y cuando los tengamos que reconstruir, y creo que con el tiempo esa frase fue premonitoria y que se quedo corta.
La vida hizo que yo no fue ferroviario, pero por mis venas corre vapor, grasa, balasto con sonido de pitos, bocinas y campanas, porque desde mi abuelo, tíos abuelos, padre y tíos, sin olvidarme de mi padrino, que si lo han sido, desde una estación como Auxiliares, como Guardas, como Inspectores de línea, como Maquinistas u Operadores de Movimiento.
Lo señalado y al hecho, que por varios años, ha vivido en distintas estaciones, a medida que mi padre corría por un ascenso, me han acunado los sonidos de las maquinas a vapor y luego las diesel, que a lo largo de mi vida fue acrecentando mi amor por las largas serpientes metálicas que con su traqueteo armonioso se alimentan de kilómetros de llanura, en su desplazamiento comunicando a la gente.
Agradezco a Dios, haber podido viajar de nuevo y sentir esa increíble sensación que me produce hacerlo, pero fue la tristeza la que primo en todo el viaje de ida y vuelta, y la amarga sensación que ha quedado en mi alma por un bien perdido, pues desgraciadamente no creo que nunca tengamos de nuevo un ferrocarril digno, pues solamente tenemos políticos desconectados con la realidad de la Republica Argentina y su pueblo, ya que solo miran el interior de sus bolsillos priorizando el pensar como llenarlos y no el bien común.
No quiero polemizar con nadie, simplemente emitir mi opinión sobre nuestro ferrocarriles y mi descrédito sobre el futuro de los trenes en la Republica Argentina, y Dios quiera estar equivocado en mi pesimismo, por el bien de todos los argentinos actuales y futuros.
muy buena tus palabras, lo mismo pienso.
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