viernes, 3 de julio de 2009

Un legado difícil en el que intentará diferenciarse

Hubo un cambio de nombres. Mediante el decreto 822, que se publicó ayer en el Boletín Oficial, la presidenta Cristina Kirchner le aceptó la renuncia a Ricardo Jaime como secretario de Transporte. Y por el decreto 823 se designó como sucesor a Juan Pablo Schiavi. Hasta ahí lo formal.

La duda que aún queda es saber qué pasará con la gestión que inicia el ex ministro de Infraestructura porteño en épocas de Jorge Telerman, y ex subsecretario de Obras y Servicios Públicos con Carlos Grosso en la Intendencia.

"No vengo a investigar las cosas que hizo mi antecesor. Vengo a estructurar un política de transporte que ayude a mejorar la vida de muchas personas", se le escuchó decir a Schiavi ayer, en el primer día de su gestión.

Sucede que sentarse en uno de los sillones más calientes de los dos gabinetes kirchneristas no es una tarea sencilla. Y Schiavi llegó con intenciones de arrancar de cero.

Todavía no habló con las principales figuras del Gabinete sobre las futuras políticas. Y ninguna resolución se ha tomado sobre la continuidad o no de los millonarios y polémicos subsidios al transporte.

Schiavi sabe que la tarea que le toca no es sencilla. Ayer ya se había enterado del malestar de algunos gremios, ferroviarios entre otros, por su llegada. Preferían otro hombre más cercano a sus pensamientos.

También tendrá que meter sus narices en algunos temas polémicos. Por un lado, deberá acelerar de verdad la implementación del Sistema Unico de Boleto Electrónico (SUBE), que Jaime dejó inconcluso. Allí deberá terminar las licitaciones, y empezar de una vez por todas a equipar todas las unidades y centros de recarga de la tarjeta. Además deberá decidir una cuestión nada menor, como es determinar quién pagará el costo del servicio que se implementa. Los transportistas ya le hicieron saber a Jaime que ellos no pagarán el costo de alrededor del 10% que tiene el sistema. Y las opciones son dos: o lo paga el Estado con subsidios, o los usuarios, con aumento de tarifas.
En llamas

Pero sin duda una de las mochilas más pesadas con las que tendrá que lidiar es Aerolíneas. "Hoy [por ayer] Aerolíneas es un pandemonium", dijo un funcionario que conoce la empresa muy de cerca. ¿A qué se refería? A una feroz interna que están protagonizando en silencio los ejecutivos huérfanos de Jaime contra los que fueron puestos por el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Los devidistas, envalentonados por la caída del padrino de la otra mitad, embisten con fuerza. Los hombres de Jaime, por ahora, resisten.

La pelea ya se nota en los mandos más altos, desde directores a gerentes, y ha llevado a la empresa esta semana a una especie de parálisis de gestión.

Más allá de las cuestiones de gestión, Schiavi no ha decidido si mantendrá a los mismos subsecretarios que acompañaban a Jaime. El ex funcionario había entregado varios de esos organismos a los gremios.

Con la ida de Jaime se ha ido, también, el principal impulsor del tren bala. Nada ha dicho Schiavi sobre el futuro del polémico tren de alta velocidad que uniría Buenos Aires con Córdoba y Rosario y que está a punto de descarrillar definitivamente.

Hay quienes se ilusionan con que Schiavi, conocedor de los pasillos del gobierno porteño, inicie una gestión más consensuada con sus pares de la Capital. "Conozco a mucha gente técnica que trabaja en Transporte de la Ciudad. Espero poder trabajar con ellos", se le escuchó decir ayer.

Fuente: La Nacion

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