lunes, 11 de junio de 2012

Una estación de tren invadida por sueños de montaña

El Club Andino San Carlos recuperó un viejo galpón de la estación ferroviaria de Eugenio Bustos. Sancarlinos de todos los sectores y edades hoy entrenan allí para escalar algún día las cimas que integran su paisaje cotidiano. Supo ser la última parada para los pasajeros y las cargas que arrastraba el tren desde Mendoza. Mucho antes de registrar su último viaje en 1985, el frenesí de los rieles, los murmullos de andén y el color de las despedidas se habían ido para instalar un silencio de décadas en la estación de Eugenio Bustos. Pero este año sopló un aire fresco de montaña sobre ese galpón de chapas y le devolvió la magia... una distinta. Ahora el ritmo es de arneses y de cuerdas, las voces son para alentar al compañero y el único destino es llegar -aún con las últimas fuerzas- a la cima de la palestra. Los amigos de la montaña que integran el Club Andino San Carlos no hicieron otra cosa que recuperar un espacio público olvidado en medio de una villa miseria sancarlina. Sin más capital que el entusiasmo, reunieron los fenólicos, tarros de pintura, rollizos y las manos necesarias para cambiarle la cara a este viejo galpón, que no servía más que para depósito. Construyeron una palestra y ahora tienen en mente parquizar todo el sector oeste de la estación para transformarlo en un espacio verde con churrasqueras. Un enorme cartel da la bienvenida a la primera sede que tiene el Club Andino San Carlos desde que nació hace 27 años. Charlas de niños anticipan la fiesta que alberga en su interior. Luisina (5) baja de la palestra con una sonrisa más sólida que el equipo que la sostuvo en las alturas. "Es difícil, pero me gusta", comenta la pequeña que aún no se sabe atar los cordones, pero ya realiza nudos de escalada a la perfección. "La vía que está escalando Valentino es la más difícil", explica Emanuel Poleto (10). Mientras tanto, su amigo Lautaro (10) diserta sobre los nudos que aprendió. "Mi favorito es el ?vallestrinque', porque es el más sencillo. Para colgarte, antes tenés que hacer el ?ocho' y luego coserlo", detalla. "A mí me gusta el nudo ?butterfly'", apunta Emanuel, mientras felicita a Valentino por su hazaña.

 El hacedor "Queremos que este sea el semillero de los futuros guías de montaña, vaqueanos e instructores de esquí del Valle de Uco", confiesa Gerardo Castillo, uno de los gestores del proyecto. Este avezado conocedor y rescatista de montaña, que siente al Aconcagua como su hogar y que también se le animó al Himalaya, que armó su empresa y supo vivir de esto tanto en el Hemisferio Sur como en el Norte, siempre supo que volvería a su pueblo natal a sembrar pasión por la cordillera. "Cuando yo era un pibe hubo gente que ponía de su bolsillo el dinero para llevarnos a caminar la montaña, a aprender esquí o a escalar en roca. Ahora queremos devolver lo que alguien hizo por nosotros", expresa Gerardo y no puede evitar nombrar a los fundadores del Club Andino: Omar Sorroche, Daniel y Miguel Funes. Actualmente, son más de sesenta los sancarlinos que practican en el club. La vieja estación ferroviaria cobra vida los lunes, miércoles y viernes. El primer horario -de 17 a 18- es para los niños de 7 a 12 años, el segundo para los adolescentes y después de las 20 y hasta las 23 asisten los adultos, quienes descargan sobre la palestra la tensión cosechada en la jornada laboral. Técnicas de escalada en roca, técnicas de seguridad, cursos de iniciación al montañismo y prácticas de esquí son algunas de las actividades que realiza este grupo magnífico piloteado por unas 20 personas. Además de las clases en la escuela de escalada, una vez al mes los aprendices tienen un curso y una salida al campo. "Hicimos una caminata en el Manzano Histórico y una escalada en Valle Grande", cuenta Valentino (10), que de grande será "paleontólogo de dinosaurios y escalador". Hasta el momento, el proyecto se ha sostenido por la pasión de los profes. La iniciativa fue elegida por el Consejo de Entidades Intermedias de San Carlos como merecedora de un subsidio de $ 19.200 que el municipio entrega con lo que recauda por tasas al Casino de Mendoza. "Será destinado a pagar el trabajo de los profesores y las salidas", explicó Gerardo. Además, la excelente repercusión que tuvo tamaña tarea social les valió otro subsidio de la empresa Asistir ($ 6.000), que invirtieron en la compra de equipamiento. Iguales y solidarios Confianza en sí mismos, disciplina deportiva, conciencia ambiental son algunos de los valores que brotan de esas frías paredes de chapas. "La escalada te iguala, el que tiene la soga es quien te va a salvar la vida", señala Mauricio Torres, otro de los entrenadores. Lo positivo es que este nuevo espacio hoy atrae de igual manera tanto a niños y jóvenes de las villas de emergencia cercanas, como de zonas rurales o de escuelas privadas del departamento. "Les entusiasma hacer algo distinto y lo toman con mucha seriedad. Se cuidan mucho entre ellos", marca Analía Letos, más conocida como Nenu. Esta cordobesa, que se quedó a vivir en Mendoza cuando vino a estudiar para Guía de Montaña, destaca los cambios que genera el entrenamiento. Mencionó a Lautaro, un pequeño que camina seis kilómetros para llegar al club y que al principio mostraba un tic por su timidez y hoy está totalmente integrado y participa de todas las salidas. La sede lleva el nombre de Andrés García, un hombre mítico y promotor incansable de la montaña. Este sancarlino fue quien subió por primera vez muchos de los grandes cerros del Valle de Uco y sembró vías que aún hoy no han podido ser repetidas. En fin, el nombre de un maestro en solidaridad para un espacio que iguala como ninguno.

Fuente: Los Andes

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