martes, 20 de marzo de 2012

Medio siglo desmantelando trenes y tranvías

El descuartizamiento de los trenes, la falta de inversión en subterráneos y la muy modesta elección de tranvías en algunas ciudades del país, no pueden disimular medio siglo de destrucción, olvido e irresponsabilidad públicas que impidieron a los argentinos un transporte digno. La tragedia de Once ha desnudado crudamente el irresponsable desmantelamiento del servicio ferroviario en el país. Los especialistas coinciden en que hace ya más de medio siglo que gobiernos y presiones sindicales, fueron agravando la situación, con una trágica política que, a contramano de lo que el mundo viene haciendo, abandonó la construcción del servicio a la decrepitud y luego se lo sacó de encima descuartizándolo. Desprotegió al país de adentro, concentró en el Gran Buenos Aires y concesionó sin las imprescindibles instituciones de regulación y de planificación. Lo del Once es sólo una evidencia. Ni siquiera la consecuencia final, porque el estado del tren en la Argentina permite temer peor servicio y nuevas tragedias. El gobierno nacional sigue respondiendo con espasmos a la situación que le impone la realidad cotidiana: como si fuera detrás de los hechos. Obviamente no basta con la demagogia de echar a un funcionario circunstancial, ni llamar ahora a consejos para replantear la política ferroviaria. Ni de prometer fantásticos sueños irrealizables, o de insistir en las vanas promesas que no se trasuntan en hechos, como el viejo compromiso de 2004 de que se iniciaba el proceso para devolver a Cuyo y al oeste líneas modernas de servicio que unieran Retiro, Mendoza, San Luis y San Juan -con la consiguiente derivación a Santiago y el rescate del Trasandino- que en realidad fue reemplazada por una parodia de viejos trenes “temáticos”, militantes del gobierno. A fines de los 60, en Mendoza despedimos con nostalgia el último tranvía, desvencijado y crujiente. El jueves 12 de octubre de 1992 vimos esfumarse hacia el sur por las vías de la calle Belgrano al último tren de pasajeros Mendoza-Retiro, en medio de la indiferencia -eran dudosos e indignantes los servicios en general- bajo la promesa de un difuso futuro mejor. En 1996 se propuso un proyecto privado de transporte urbano y suburbano, que combinaba servicios de trenes, tranvías y colectivos con plataformas comerciales de intercambio, como las que enlazan el transporte del mundo. Todo se perdió en los cambios de gobierno, sin debatir propuestas alternativas. Años después, se desgajó de la propuesta privada, la parte que diseñaba 4 ó 5 líneas de tranvías urbanos, que unieran Maipú, Luján, Las Heras y Guaymallén con Capital. Cuando llegó la era Kirchner, además de la quimera del tren bala Córdoba-Rosario-Retiro, se nos juró el retorno del tren Retiro-Mendoza-San Juan, con trenes de “Alto Rendimiento” (hasta 200 kilómetros por hora). El Trasandino volvía al debate. Sin embargo, todavía andamos hoy intentando poner en servicio la primera de las 4 líneas de Tranvía Urbano que se propusieron en 1996. Es válido esperar que construyamos la cultura ciudadana de prever y respetar el ordenamiento del nuevo servicio de tranvías (que afronta la provincia, por otra parte). Hay claras evidencias de que el vecino en el Centro ha perdido o deberá reconstruir la cultura de circular sin colapso entre tranvías, taxis, colectivos y autos particulares. En ese orden de prioridades. Con respeto a las normas viales para evitar el caos o el infierno de ciudades colapsadas con vecinos agobiados por la angustia. Esto suma, contribuye. Pero es sólo uno de los instrumentos para vivir dignamente y con una comunicación como impone el mundo moderno. Falta muchísimo más.

Fuente: Los Andes

No hay comentarios:

Publicar un comentario