domingo, 26 de febrero de 2012

Once: desde empleadas hasta un ingeniero, entre los muertos


Estaban más unidos por los oficios que por las profesiones. Y 19 vecinos son de Moreno. A cuatro días de la tragedia de Once, los familiares de las víctimas continúan surcados por el dolor y en las historias que cuentan de sus seres queridos aparecen puntos en común , más allá de haber compartido el primer o segundo vagón de la formación N° 3772 del Sarmiento, con la chapa 16 en el frente. Pero quiénes eran y cómo vivían. Muchos eran del mismo Partido del GBA –incluso del mismo barrio–, en la mayoría de los casos estaban unidos más por oficios (empleadas domésticas, albañiles, pintores) que por las profesiones, aunque también había estudiantes.



Y por sobre todo rondaba la necesidad de viajar en la única comunicación rápida y económica con Capital que tiene la zona oeste del conurbano. Moreno es el Partido que más víctimas sufrió en el accidente , seguido por La Matanza y Morón. En ese distrito, cabecera del Sarmiento, vivían 19 de los 51 muertos. Uno de los casos más desgarradores es el de Graciela Romero, que murió en el accidente junto a su hijo de dos años , Alex Nahuel Martínez, y su suegra Verónica González Franco. Los tres habían salido el miércoles temprano desde su casa de la calle O’Brian, en el barrio Parque Paso del Rey, más cerca de la Autopista del Oeste que de las vías del tren. Allí se encontraron con Ana Teresa Zelaya, una mujer paraguaya. Compartían trabajo: eran empleadas domésticas. El destino también subió en el primer vagón a Gloria Pinilla León (52), una enfermera chilena que llegó a la Argentina hace 24 años, y que vivía en Almirante Brown, en el conurbano sur, pero hacía cinco meses se había puesto en pareja con un hombre de Moreno con el que se mudó al oeste. “Se tomaba el tren todos los días para atender a una abuela en Palermo”, comenta su hijo Marcos. “Cuando llegó de Chile empezó a trabajar como empleada doméstica y después pudo crecer como enfermera”, remarca Marcos, y agrega que su madre le había encomendado la tarea de buscarle un lugar donde estudiar enfermería en el país. En Once murieron 12 inmigrantes de países latinoamericanos. Como Ranulfo González Centurión, un paraguayo que llegó al Oeste junto a sus tíos para trabajar en la construcción, Roberto López Pacheco (43), un ciudadano peruano que también era albañil y había subido al tren en Moreno, o el pintor Braulio Romero, otro de los seis paraguayos que murió y que fue reconocido por su empleador en la Morgue (Ver Cómo dejó...). Aunque menos, en ese fatídico primer vagón también había profesionales. Viajaba Claudio Belforte (43), un analista de sistemas de Red Link que había subido al tren en la estación de Ramos Mejía porque vivía en Villa Sarmiento, la localidad de Móron, que está cerca de Ramos. “Le habían cambiado el horario hacía dos semanas y entraba a las 9 en Córdoba y Suipacha”, explica sin consuelo Silvia, su esposa, madre de Juani, de 8 años y Martina, de 2 años y medio. Mientras el ingeniero de Sistemas Alberto García (43) murió sin conocer a su hija (ver Conmoción...), la abogada Nayda Tatiana Lezamo, falleció embarazada de su cuarto hijo y a muy poco tiempo de pedir la licencia por maternidad. Era de Sucre, Bolivia, y hacía ocho años vivía en Hurlingham, en el oeste bonaerense, donde pudo comprar su casa. Como de costumbre en el Sarmiento, los estudiantes también son parte del pasaje. Tatiana Pontiroli (24), de San Antonio de Padua, cursaba el primer año en el Instituto de Formación Docente N° 29, de Merlo, y perdió la vida al igual que Sabrina Yolanda Galvan, una estudiante del tercer año de la carrera de arquitectura de la UBA. La diversidad de oficios y profesiones que suben a diario el tren obedecen a que prácticamente no existe otro vículo tan directo con la Capital. Los colectivos que recorren el corredor del Oeste prácticamente duplican la hora que debería tardar el Sarmiento, y las combis que llegan hasta el centro de la Ciudad cuestan entre $ 20 y $ 25 sólo para el viaje de ida. Demasiado dinero.

Fuente: Clarin

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