sábado, 25 de febrero de 2012

En el taller dicen que no hay repuestos ni controles suficientes


Los mecánicos denuncian que las piezas se sacan de un tren y se ponen en otro. Desde TBA dicen que es responsabilidad del Gobierno Nacional comprar trenes más modernos, ellos sólo los administran.


Riesgo. Por la noche se realizan chequeos de los trenes que salen al otro día. Desde el gremio dicen que sólo son superficiales y que verifican en profundidad uno solo por mes.

A uno de los mecánicos del taller de Castelar de TBA, con más de veinte años de experiencia, se le traba la voz cuando tiene que reconocer que no puede hacer todas las tareas de mantenimiento necesarias para garantizar la seguridad esencial de las formaciones. “Si no lo arreglo con lo que tengo me sancionan, y no puedo perder mi trabajo, vivo de esto”, confiesa, mientras ensaya sobre las razones técnicas que desencadenaron la tragedia: “una pérdida de aire en el sistema de compresión, vital para hacer funcionar los frenos”, analiza.

Son las 18 del jueves, el sol empieza a perderse entre los rieles oxidados y con él, se apaga el terrible calor del galpón donde se revisan y reparan los trenes que transportan miles de pasajeros por día del Ferrocarril Sarmiento. Allí, en medio de piezas obsoletas de hace cinco décadas desparramadas por el piso, goteras de agua, algunos matafuegos sin carga y casi ninguna norma de seguridad a la vista, se construye una escena que recuerda a una película de terror. Sin exagerar.

Se trata del mismo taller donde la noche anterior al accidente que le quitó la vida a 51 personas y dejó más de 700 heridos se habría revisado la seguridad de los frenos del tren que, en una nefasta paradoja, no pudo frenar antes de chocar.

“Para nosotros, en algún momento del recorrido, la formación perdió presión de aire y los frenos dejaron de funcionar”, analiza uno de los mecánicos. Según el testimonio del maquinista del tren que pudo reconstruir PERFIL, él avisó de un desperfecto por radio, pero no le hicieron caso.

Varios técnicos de la empresa, en compañía de los delegados de la Unión Ferroviaria, confiaron que “el tren salió funcionando bien”, pero no saben qué ocurrió después. Edgardo Reynoso, uno de los delegados, fue claro: “Sólo funcionaban cinco de los ocho compresores que activan los frenos y las puertas”, denunció.
“Acá arreglamos muchas piezas que a las horas se rompen porque no tenemos repuestos, sólo sacamos de un vagón y las ponemos en otro”, completó otra fuente del lugar. Su testimonio es alarmante: asegura que cuando un compresor de aire tiene un desperfecto, lejos de cambiarlo por uno nuevo, se lo arregla como se puede.

TBA tiene una explicación: aseguran que por tratarse de trenes tan viejos, los repuestos originales ya no existen. Por lo que tuvieron que contratar a proveedores locales para que reparen lo que hay. Para ellos la responsabilidad de comprar trenes más modernos es del Gobierno nacional, ellos sólo administran el servicio.

Pero a pesar de la catástrofe de esta semana, para TBA, los trenes del Sarmiento “siguen siendo buenos y confiables”, dispararon, luego de ofrecer diversas hipótesis que apuntan a un error humano del maquinista Marcos Córdoba.

Si bien la empresa espera que la Justicia determine qué produjo el accidente, asegura que los frenos funcionaron y que si hubiera existido una pérdida de aire, como denuncian los gremios, el tren se hubiera detenido automáticamente.

La hipótesis del gremio apunta a la falla en el sistema de compresión. Con un agravante: la última reparación de una de estas piezas fue hace dos años y se pagó unos $ 50 mil, confiaron. En otras palabras, para ellos, la tragedia tiene su raíz en la reparación de una pieza de escaso valor, pero que desencadenó una verdadera tragedia histórica.

Fuente: Perfil

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