miércoles, 6 de julio de 2011

"El Zapalero" por Jorge Ene

En 1980 accedí al cargo de secretario de primera instancia en Zapala. Como ya dije otras veces, la ciudad estaba llena de posibilidades, de futuro, y el tren era la estrella del pueblo, como lo puso de manifiesto Quino en una tira de Mafalda donde aparecía en la punta de rieles, orgulloso, claro, inmenso, el cartel de Zapala.



Mi viejo –mozo del coche comedor– realizó el trayecto Buenos Aires-Zapala durante toda su vida activa. Ferroviario de alma, recuerdo las mil historias que acompañaban la vuelta de cada viaje. Los pueblos no dejaban de crecer al lado de la vía férrea y los vagones llenos de carga llevaban a cada lugar el insumo pedido, el repuesto faltante, la encomienda esperada, que culminaba en ordenada y anhelada distribución el recorrido...

Con mi gran amigo Luis Alberto Titanti y sus pequeñas hijas no pasaba un día que no nos acercáramos a la estación para estrechar las manos de nuevos residentes, para disfrutar de ese maravilloso milagro de ruedas de hierro, de esa locomotora que apuraba el corazón de los que esperaban a sus seres queridos apenas su trompa amarilla aparecía doblando la última curva.

Imposible es plasmar en palabras la enorme felicidad que implicaba abrazarse con los viejos cuando dejaban el alojamiento que por casi un día les había brindado la añorada empresa estatal Ferrocarriles Argentinos.

El tren era un relámpago de vida para Zapala y para cada uno de los parajes que poco a poco con la ayuda del caballo de fierro se convertían en pueblos relevantes, con gente plena de esperanza, con un futuro promisorio. Un día un señor con poder dijo que los trenes debían desaparecer porque eran muy costosos y generaban un gasto insoportable para el erario público.

Pensé que era una broma de mal gusto. No fue así: el anuncio del señor con poder se concretó. El tren dejó de ir a Zapala. Las nanas de mi vieja ya no tendrían el alivio que le brindaban los camarotes del caballero del riel.

Con el tren también dejaron estos lares mi amigo Luis y mis viejos y la orgullosa estación de Zapala quedó perpetua y tristemente vacía.

Héctor Luis Manchini, DNI 7.779.947 - San Martín de los Andes

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