Pocos se han sentado a calcular cuanto “perdimos” por día desde entonces. Cuantas vidas se pierden a diario por rutas saturadas de tránsito que discurren paralelas a vías que hoy se oxidan por falta de tráfico o son sigilosamente robadas frente a la inacción del Estado que flaco trabajo realiza como fiscal de sus bienes (que, a la sazón, son NUESTROS bienes). Pocos han calculado las consecuencias de una fuerte movilidad poblacional como consecuencia de la casi desaparición de pueblos enteros que perdieron su principal medio de transporte. Pocos son los que, calculadora en mano, saben cuánto se paga a diario en carácter de subsidios para que diversos grupos empresarios presten los servicios básicos esenciales en el área metropolitana de Buenos Aires con inversiones prácticamente nulas. Y son aún menos los que saben que es absolutamente posible una reactivación gradual de nuestro sistema ferroviario, toda vez que la decisión política real, alejada de populismos y acciones de campaña electoral, sea por fin tomada.
Pocos somos los que aquel 10 de diciembre de 1993 entendíamos que quizás fuera imposible revertir a futuro el daño que se estaba haciendo a nuestra principal herramienta de integración y desarrollo nacional. Por eso hoy, a poco de cumplirse 18 años de aquella fatídica fecha, celebramos la iniciativa del grupo Tren de los Pueblos que promueve la realización de sendas marchas en las principales ciudades de nuestro país para reclamar un cambio inmediato en nuestra política ferroviaria, que implique la inmediata reposición de los cientos de servicios que nos fueron quitados sin consulta ni razones que justificaran tan drástica medida.
Más información en http://www.10marzo1993.com

Fuente: Portal de Trenes
Es de esperar que llegue pronto el momento en que la mayoría de los cudadanos se convenzan de que deben revertirse estas barbaridades y de que hubo un plan para el despojo del patrimonio nacional. De lo contrario, seremos siempre los mismos predicando en el desierto.
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