lunes, 7 de marzo de 2011

18 años sin trenes de pasajeros

Hace poco tiempo, alguien que sabe de mi afición por los ferrocarriles, me preguntaba inocentemente por las bocas de expendio para los servicios ferroviarios a Mendoza. Antes que pueda responderle, me contó emocionado sobre su luna de miel en la tierra del buen sol y el buen vino, al que había arribado –treinta años atrás- a bordo del legendario tren “El Aconcagua”, viaje que deseaba rememorar junto a su esposa. Mi respuesta le sonó casi una burla, y tardó un buen rato en creerla cierta: No hay más trenes a Mendoza. Su sorpresa fue mayúscula, y casi me compadecí de él cuando le expliqué que tampoco los hay a Bariloche (directos desde Buenos Aires), ni a Santa Fe, ni a Chaco, ni a San Juan, ni existen ya cientos de servicios que aseguraban la vida de miles de pueblos de nuestro interior. Sin embargo, la estocada final la recibió pocos minutos después: “¿Cuánto hace de esto?” peguntó inocentemente. “El 10 de marzo se cumplen dieciocho años” asesté, como quien lleva grabada a fuego la fecha de una pérdida muy cara a sus afectos. Confieso que mi respuesta cargaba un poco de bronca, pues así como mi compañero no creía en la desarticulación de aquella red ferroviaria emblema de nuestra nación, yo no podía comprender aquel desconocimiento de su parte, luego de tantos años de ocurrida. Pero enseguida comprendí que aquello no era sino el resultado de una política perfectamente orquestada años atrás en las esferas oficiales, donde el servicio ferroviario fue demonizado al punto que la opinión pública en general aplaudiera cuando el presidente de la Nación, en tono justiciero, esbozara aquel eslogan “ramal que para, ramal que cierra”. Total, los ferrocarriles nos hacían “perder” un millón de pesos por día…
Pocos se han sentado a calcular cuanto “perdimos” por día desde entonces. Cuantas vidas se pierden a diario por rutas saturadas de tránsito que discurren paralelas a vías que hoy se oxidan por falta de tráfico o son sigilosamente robadas frente a la inacción del Estado que flaco trabajo realiza como fiscal de sus bienes (que, a la sazón, son NUESTROS bienes). Pocos han calculado las consecuencias de una fuerte movilidad poblacional como consecuencia de la casi desaparición de pueblos enteros que perdieron su principal medio de transporte. Pocos son los que, calculadora en mano, saben cuánto se paga a diario en carácter de subsidios para que diversos grupos empresarios presten los servicios básicos esenciales en el área metropolitana de Buenos Aires con inversiones prácticamente nulas. Y son aún menos los que saben que es absolutamente posible una reactivación gradual de nuestro sistema ferroviario, toda vez que la decisión política real, alejada de populismos y acciones de campaña electoral, sea por fin tomada.
Pocos somos los que aquel 10 de diciembre de 1993 entendíamos que quizás fuera imposible revertir a futuro el daño que se estaba haciendo a nuestra principal herramienta de integración y desarrollo nacional. Por eso hoy, a poco de cumplirse 18 años de aquella fatídica fecha, celebramos la iniciativa del grupo Tren de los Pueblos que promueve la realización de sendas marchas en las principales ciudades de nuestro país para reclamar un cambio inmediato en nuestra política ferroviaria, que implique la inmediata reposición de los cientos de servicios que nos fueron quitados sin consulta ni razones que justificaran tan drástica medida.

Más información en http://www.10marzo1993.com



Fuente: Portal de Trenes

1 comentario:

  1. Es de esperar que llegue pronto el momento en que la mayoría de los cudadanos se convenzan de que deben revertirse estas barbaridades y de que hubo un plan para el despojo del patrimonio nacional. De lo contrario, seremos siempre los mismos predicando en el desierto.

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