El mundialmente famoso Tren a las Nubes ofrece nuevos servicios en su espectacular itinerario, desde la capital salteña a San Antonio de los Cobres. Hace frío en la estación de trenes de la ciudad de Salta . Son las 7 de la mañana y un guarda anuncia la inmediata partida, en un intento por poner fin a la ansiedad de los pasajeros.
Enseguida, un silbato quiebra el silencio y el Tren a las Nubes empieza a avanzar lentamente hacia la Puna, mientras dos niños saludan desde el andén casi vacío. Es uno de los trenes de alta montaña más famosos del mundo. Recorre 217 km hasta San Antonio de los Cobres , ascendiendo hasta más de 4.200 m, tras atravesar 29 puentes, 21 túneles y 13 viaductos. En el trayecto de unas siete horas de ida, sortea también dos rulos y dos zigzag, diseñados para trepar laderas muy empinadas. Luego de cruzar el río Arenales, el tren atraviesa el Valle de Lerma , rodeado a un lado y otro de campos cultivados y fincas señoriales.
El camino empieza a ascender, primero muy suavemente y luego en forma apenas más pronunciada, hasta llegar a Campo Quijano , en la desembocadura de la Quebrada del Toro. El tren ofrece ahora combinar el viaje con una visita al Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM). Hasta el 30 de noviembre, la compra de un pasaje es premiada con una entrada al museo, para conocer los “Niños del Llullaillaco”, las momias incas mejor conservadas del mundo. Además, junto con la entrada del MAAM se entrega un pase para el teleférico que sube hasta la cima del cerro San Bernardo. En Campo Quijano, un monumento recuerda al ingeniero estadounidense Richard Maury, quien en 1921 inició las obras del Tren a las Nubes. El recorrido completo fue programado hasta el paso de Socompa, en la frontera con Chile.
Suena el silbato del tren, para honrar la memoria del norteamericano. Casi a 1.600 m de altura, poco después de pasar por El Alisal , el tren sortea el primer zigzag, que le permite trepar algo más de 300 m. Poco después de dejar atrás la estación Chorrillos , otro zigzag lleva las vías más allá de los 2.100 metros de altura. Más adelante, las vías describen un ascenso en espiral para ascender una larga cuesta, rodeando la ladera como una serpiente. El rulo facilita el ascenso del tren hasta 3.300 m, poco antes de llegar al paraje Diego de Almagro. Los primeros efectos del apunamiento se empiezan sentir en algunos viajeros y los medicamentos pasan de mano en mano, para mitigar el dolor de cabeza. Ya en plena Puna, el tren acelera. Cruza el Abra del Muñano al mediodía y al comienzo de la tarde llega a San Antonio de los Cobres, un pueblo con clara herencia de culturas prehispánicas.
Desde allí, el tren inicia el último tramo del camino, ascendiendo sobre las montañas hasta llegar al Viaducto La Polvorilla. Construido en la década del 30, este puente de hierro tiene una altura de 63 m. Luego, el Tren a las Nubes recorre los últimos pasos del trayecto de ida y pega la vuelta hacia San Antonio de los Cobres, ahora en descenso. Es momento de volver a atravesar la Puna, las estaciones olvidadas, los túneles y las mágicas quebradas.
Fuente: Clarin
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