Brazos en alto, banderas argentinas, ojos humedecidos. Emociones indescriptibles se vivieron hoy a las 10.28 en la estación ferroviaria de Concepción del Uruguay cuando, después de 18 años, volvió a partir un tren de pasajeros.
“Es un día de mucha emoción, pero también de gran responsabilidad para no defraudar la esperanza de la gente”, dijo el gobernador Sergio Urribarri.
“El tren arranca hoy para no detenerse más”, aseguró el mandatario casi a modo de metáfora y recordó los malos años ’90 con la paradigmática frase: “Ramal que para, ramal que cierra”.
Es como un volver a vivir. Son otros nuevos y buenos tiempos. Este sábado 19 de diciembre quedará grabado a fuego en la historia de Entre Ríos porque fue el día que se dio el puntapié inicial a un proceso de recuperación ferroviaria que posee un enorme significado para la provincia pero también para la gente.
Y eso quedó explícito en los rostros y la actitud de cada una de las personas que se agolparon en los andenes de las diferentes localidades. Primero fue Concepción de Uruguay, después Caseros, Herrera, Mantero, Basavilvaso, y siguieron muchas más. En cada una salió el pueblo a celebrar y armó su propia fiesta. Si hasta el intendente de Caseros, José Farías, se disfrazó de jefe de estación para recibir la formación.
Cuatro vagones tirados por la máquina número 6942 emprendieron la marcha a 35 kilómetros por hora desde la ciudad histórica. Y la gente lo vivió con gran felicidad pero también recordó otros tiempos.
“Vengo a buscar el alma de mi marido que seguro debe andar por acá”, dijo doña Paula, de 90 años, recordando a su compañero ferroviario que seguramente disfrutará el momento desde la eternidad.
Miles de personas saludaron al tren en su firme trajinar. Chicos, grandes, abuelos. Familias enteras salieron al umbral de cada casa que se erigió mirando el paso de tren para observar esa postal en marcha que ya comenzaban a olvidar.
“Esto para mí es un gran regalo. Tenía gran ansiedad porque llegue este día”, manifestó Angel Pereyra, de 62 años, quien recuperó su vieja profesión de guarda con esta primera formación. “En estos 18 años hice de todo menos robar para sobrevivir, porque en el ’91 me quedé sin trabajo como le pasó a los 70 mil ferroviarios del país. Por eso hoy vuelvo a vivir”, señaló el hombre luciendo orgulloso el típico traje marrón y haciendo sonar el pito indicando la partida en cada estación.
El tren arrancó y todos disfrutaron el momento. “Yo vivo a cuatro cuadras de la estación de Uruguay. Fue una injusticia lo que hicieron, pero por suerte hoy podemos volver a ver el tren”, dijo Jorge Squivo junto a su mujer Anita, con quien atesora 53 años de matrimonio.
-¿Qué viene a ver señora?
-“Hay querido, este momento para mí es una gran emoción. Yo vivo justo frente a la estación, al lado del bar, y allí recibíamos a mucha gente que dejaba sus bolsos o le pedíamos un taxi cuando llegaba en el tren. Esto es como volver a vivir”, señaló Ana Merin.
El gobernador ocupó el asiente 36 del segundo vagón. Allí estuvo apenas minutos porque después recorrió el tren de punta a punta una y otra vez. Se abrazó con la gente, con varias generaciones de ferroviarios que no se quisieron perder este primer viaje. Bajó en cada estación, recibió aplausos, abrazos y mucho cariño. Él disfrutó y le devolvió la misma atención. Se bajaba y trepaba al tren con una agilidad de pibe. Estaba viviendo uno de los momentos más gratos de su gestión, quizás de su vida.
Arriba del tren se vivía otra fiesta. Y una muy particular. Es que este 19 de diciembre cumplió sus 82 años Elvio Giano, padre del actual ministro de Salud, quien cuenta con orgullo anécdotas en sus 44 años de ferroviario. El cumpleaños feliz lo pidió el gobernador. “Fue el mejor regalo de mi vida”, dijo con emoción el alto y espigado homenajeado.
Cada pueblo armó su fiesta para recibir el tren. En Caseros se improvisó una función en el andén. Allí Lara, de 17 años, integrante del Instituto de Danzas Arcos Iris, apuró un baile singular interpretando Ladrón de Trenes, de Jairo. Una historia de protesta contra los años ’90 protagonizada por un jefe de estación que recorre el país en una locomotora robada escapando de la policía.
Una pancarta gigante de Evita llamó la atención en Herrera. Bombos y redoblantes interpretados por adolescentes enfundados en simbólicas camisetas argentinas se destacaron en Mantero. Muchas banderas argentinas y de Entre Ríos flameaban en cada lugar. Autos a la par del tren con los chicos agitando la celesta y blanca por las ventanillas fue otra repetida postal.
Cientos de personas salían a saludar. Gauchos agitando sus sombreros, pulgares al cielo y dedos en V. Aplausos, alegría, mucha pero mucha felicidad.
Basavilbaso fue una parada especial. Un pueblo de fuerte raíz ferroviaria que reconoció este día tan particular. Abrazos fuertes al llegar y un breve discurso oficial. “Me alegro mucho que en este lugar el presentador sea un empleado ferroviario, un maquinista. Espero que mi cardiólogo no se haya equivocado y me aguante el corazón”, comentó Urribarri tras haber sufrido el primer quiebre emocional. Allí le brotaron las primeras lágrimas, no aguantó. Como también lloró y lo abrazó a él don Zárate quien le aportó 20 años de su vida a la profesión ferroviaria.
El discurso oficial fue corto, pero justo: “Venimos de Concepción del Uruguay, de alegría en alegría y de emoción en emoción. Estamos yendo de a poquito en un camino en el que no vamos a dar ni un paso atrás en reparar todas las malas consecuencias de aquellas malas y lamentable frase de decía ramal que para ramal que cierra. Somos concientes que estamos generando una expectativa enorme y generando esperanza, pero más importante que eso es que las cosas se cumplan. Y en ese estamos, vamos para adelante con el ferrocarril en este regreso del tren para que nunca más se vaya”, reiteró el mandatario.
Saludó y se volvió a trepar al tren. Con una fuerza envidiable que surge de su interior. Con un sentimiento profundo y personal. El del gobernante comprometido con su acción. Del padre que deja un legado especial. Del hombre de familia. Del hijo de ferroviario que algún día le prometió en silencio a su padre, que ya no está, devolverle a su pueblo este momento especial.
El tren está en marcha para nunca más parar.
Fuente: El once digital
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