
Los nostálgicos del tren no pueden perderse la impecable Estación General Belgrano de Rosario de la Frontera. Edificada en 1880 -para facilitar el acceso a las aguas termales- e inactiva desde hace varias décadas, la estación puede ser considerada un ejemplo de conservación del patrimonio arquitectónico.
El tren convirtió al pueblo de Rosario en una ciudad vital, y contribuyó al crecimiento económico y demográfico del sur de Salta. La perspectiva de un tráfico comercial fluido incentivó a las acopiadoras de poroto, que establecieron sus silos y depósitos en las inmediaciones de la estación. Algunas empresas y cooperativas, incluso, llevaron las vías hasta el mismo interior de las acopiadoras para facilitar las tareas de carga.
La progresiva destrucción del sistema ferroviario acabó con aquel esquema. Los camiones, y ómnibus de media y larga distancia reemplazaron a los trenes. Y Rosario perdió su principal y más directa conexión con los principales centros urbanos del país.
Las reminiscencias de aquellos años de progreso se niegan a partir del andén vacío de Rosario de la Frontera. La boletería cerrada, el reloj parado y los carteles corroídos hacen de esa estación una estupenda escenografía cinematográfica. En esa película imaginaria, un convoy parte hacia Las Cejas (Tucumán) con caballeros con sombrero y moño, y damas que se protegen del sol con paraguas de tela. Y los chicos engominados miran la montaña por la ventana mientras sueñan con las exquisitas masitas que pedirán en el vagón restaurante.
Fuente: La Gaceta
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