martes, 26 de enero de 2010

Sembrando rieles

Limpiar vías, colocar rieles donde fueron robados y hacer lo que el Estado abandonó, sin que nadie los recompense, es la tarea de autoestima social que se impusieron "Los amigos del Belgrano".


A diario, lentamente, el tren arrastra su interminable mole de hierro como una bestia encerrada en el destino inevitable de sus vías. A la distancia, su bocina suena como un alarido afónico en busca de algo o alguien perdido hace tiempo. El reflejo es inevitable, acercarse a la ventana para ver pasar el tren y la frustración es la de siempre. Acostumbrados a trenes multitudinarios solo vemos una hilera de vagones de carga de la empresa Ferrosur. Más allá del beneficio regional de este servicio alternativo de cargas, el tren fue históricamente un territorio de pasajeros.

Al día de hoy solo un alma solitaria habita los trenes, la del paciente maquinista que conduce miles de toneladas por miles de kilómetros. El despojo de los ferrocarriles en la década del noventa es una herida que no cierra para muchos. Por suerte hay espíritus que no se abandonan a la nostalgia y hacen su aporte de iniciativa y trabajo para tratar de recuperar los trenes perdidos. Innumerables comisiones se reparten por el país como el caso de "Pro Tren del Valle" en nuestra región. En la provincia de Buenos Aires la apuesta fue decisiva. Esos locos. Así los llaman en los pueblos de Villars, Plomer y Marcos Paz. Estas localidades crecieron sobre la traza del Ferrocarril Belgrano que fue desactivada entre los años 1992 y 1994. A comienzos del 2000 un grupo de vecinos se animó a desafiar la actitud paralizante del "que se haga cargo el Estado" y se puso a reparar y cuidar lo que quedaba de las estaciones ya saqueadas, al fin de cuentas era su pueblo. Se bautizaron "Los amigos del Belgrano".

Limpiaron las trazas de las vías invadidas por la exuberante naturaleza bonaerense y pusieron a buen recaudo rieles y durmientes abandonados. Sin duda "unos locos" para el vecino que miraba detrás de la mirilla. Juan Ignacio Suárez, de Mercedes, nos cuenta el perfil de los grupos. "Somos, ex ferroviarios y ferroviarios en actividad, pero la mayoría somos fanáticos de los trenes con actividades totalmente ajenas al ferrocarril, que sentimos mucha impotencia y rabia ver como esta la red ferroviaria nacional". Al revés que otros grupos, ellos empezaron trabajando en las vías y con el tiempo formalizaron la personería jurídica que le permitió gestionar autorizaciones, recibir donaciones y cobrar cuota. Hoy tienen contacto directo con la empresa Belgrano Cargas y la ADIF, responsable de los inmuebles ferroviarios. Las largas jornadas de trabajo son los fines de semana a las que se suman varios voluntarios de la Ciudad de Buenos Aires. "Estamos convencidos de que tarde o temprano vamos a ver trenes por las vías que hoy transitamos", asegura Juan. En enero de este año, al llegar de la tarea, descubrieron que "su estación", Plomer, había sido donada por la intendencia a la policía local.

Con las herramientas de su lado, cortaron las cadenas y se metieron adentro. No pasó mucho tiempo cuando fueron rodeados por personal policial y conminados a salir. El abogado de la asociación fue tan rápido y eficaz como la pinza corta cadenas. Le recordó al intendente de la jurisdicción nacional y no municipal de las estaciones y todo volvió a su cauces. Zorras y vedettes. Aunque parezca un juego de palabras, cada base o estación tiene su zorrita traccionada por un motor a explosión, que indudablemente es la vedette del grupo. Se preocupan por tenerlas bien arregladas y hasta "tuneadas". Sin duda el viaje en zorra por las vías que repararon, atravesando los campos bonaerense, es la mejor recompensa al final del día. Le preguntamos a Juan, a sabiendas de su respuesta, ¿Te parece que todo el trabajo que hacen va a ser reconocido?. "Eso lo dirá el tiempo. Tampoco buscamos reconocimiento de nadie. Si tenemos que sacar las zorras de las vías para que pase el tren lo haremos con orgullo".

Fuente: Rio Negro Online

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