Tristeza, mugre y abandono en las viejas vías del ferrocarril

El último viaje del tren pasó por San Luis en marzo de 1993. Un proyecto prevé expropiar a la Nación los terrenos por donde pasaba el tren El Libertador. Hoy el panorama es pura desolación.



Como un viejo y cansado ciruja que en soledad espera que la muerte pase a buscarlo, así están hoy las vías del ferrocarril que atraviesan esta ciudad a lo largo de 12 kilómetros. Tristeza, mugre y abandono son las sensaciones que despiertan y la realidad que muestran los viejos ramales que le dieron vida al tren El Libertador, que unía Buenos Aires-Mendoza y sacudía a San Luis a su paso. A las locomotoras, pintadas de amarillo y rojo (siempre manchadas por la mezcla de aceite y tierra), las jubilaron sin darles ni las gracias en marzo de 1993. Fue una tarde amarillenta, pleno otoño, en la que los puntanos que vivían cerca de los pasoniveles se asomaron a la vereda para verlas pasar y darles un silencioso adiós. La noticia de que era su último viaje alertó a muchos y entristeció a miles: el tren, era sinónimo de trabajo además de ser, por lejos, la forma más barata y entretenida de viajar. En aquel tiempo una decisión política dejó a los trenes y su gente fuera de juego. Nunca más volvió.

Hoy esos tramos de vías oxidadas, faltos de durmientes, son una postal del abandono. Si hasta árboles han crecido entre riel y riel. Sin embargo, un proyecto que impulsa el Poder Ejecutivo sanluiseño -que ya viajó rumbo a la Legislatura- plantea la expropiación de los terrenos fiscales que la Nación ha despreciado a lo largo de 17 años. Una iniciativa del gobernador Alberto Rodríguez Saá plantea que, mediante una ley, se proceda a la quita de esas tierras para usarlas de un modo más productivo para la ciudad, sus vecinos y turistas. El objetivo es construir una avenida de circunvalación, otro acceso, una entrada más rápida y moderna a la capital puntana.

Fuente: El diario de la Republica