El Hospital Ferroviario, ubicado en la estratégica Sexta Sección de la ciudad de Mendoza, dejó de existir —por decirlo de alguna manera— en abril del año 2002. Un año y medio más tarde, la Universidad Nacional de Cuyo compró el edificio y prometió convertirlo en un centro de salud-escuela que vendría a resolver, de alguna manera, la inquietante saturación que ostentaba en esos días el sistema de salud mendocino.
Si bien las primeras estimaciones referían que el hospital abriría sus puertas a fines de 2007, más de dos años después el proyecto sigue en veremos.
Las cuestiones que parecen haber ayudado al detenimiento de la obra son esencialmente dos: la falta de fondos y los recurrentes retrasos cometidos por la empresa que ganó la licitación, Visalia SA.
Esos incumplimientos hicieron que oportunamente la UNC rescindiera el contrato con la firma y se pusiera al frente de la continuación de la obra, con su propio plantel técnico.
Sin embargo, la culminación del hospital sigue en suspenso y los nuevos plazos prometidos de finalización brindados por la UNCuyo no terminan de cumplirse. No hace falta preguntar demasiado: el mero chequeo del lugar demuestra que aún está lejos de terminarse el trabajo.
-¿Por qué hay tantos idas y vueltas respecto al avance de la construcción del hospital?
-No, no hay “idas y vueltas”, sólo hay una “ida” que no termina. Está la obra en curso y eso es lo importante.
-Pero no me responde la cuestión de fondo. ¿Por qué no avanza la obra?
-Hubo un problema muy serio con la empresa constructora, a la que se le vencieron los plazos y se rescindió el contrato. No estuvieron en condiciones de entregar la obra y eso hizo que se retrase considerablemente la concreción de la misma.
-¿Cómo es que no controlaron que la empresa constructora hiciera las cosas como corresponde?
-Sí que se hizo, por eso sabíamos que de un tiempo para atrás ya había problemas. Lo que se hacía en esos casos era renegociar los plazos una y otra vez.
-¿Y cómo siguió la obra después, sin la constructora de por medio?
-A partir de ahí, la obra se puso a cargo de la Dirección de Obras de la UNCuyo. Ellos se hicieron cargo y manejan todo directamente. A su vez, subcontratan trabajos menores con otras empresas más chicas.
-Pero ese camino parece no avanzar.
-Sí que avanza, sólo quedan detalles, queda lo más chico para terminar.
-¿Para cuándo estará culminada la obra entonces?
-La verdad que no queremos arriesgar fechas.
-Insisto en preguntarte…
-Bueno… en teoría lo quieren terminar para este año.
Jugar a las escondidas
A efectos de ver los avances del hospital in situ, MDZ estuvo en el lugar intentando recorrer el interior de la obra, pero no pudo hacerlo. El pedido expreso de Luis Maya, uno de los responsables de las refacciones; y Sara Papa, directora del mismo proyecto, fueron suficientes como para que no se pudiera ingresar al predio.
¿Qué había que ocultar que no se permitió la entrada a este cronista? Imposible saberlo. El único testimonio que pudo recogerse del lugar ha sido el de uno de los guardias de seguridad de la obra, quien admitió que “la cosa va lenta. Adentro queda mucho por hacer, seguro que por eso no dejan entrar al periodismo. Es un papelón”.
Aún las explicaciones son difusas y no terminan de esclarecer lo que promete convertirse en un escándalo seguro. Se trata de una descomunal obra cuyo presupuesto inicial era de poco más de 3 millones de pesos y que hoy nadie puede precisar cuánto dinero terminó consumiendo.
Si eso no es un escándalo, ¿el escándalo adónde está?
Fuente: MDZOL
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