El problema es que travestis y prostitutas que ofrecen sus servicios en los alrededores de la estación, utilizan los vagones abandonados como espacio para atender a sus clientes.
Esto ha convertido al lugar en una vidriera de promiscuidad y hábitos poco higiénicos, que los vecinos y trabajadores de la zona están cansados de soportar. A esto se suma el hecho de que los chicos “de la calle” constantemente circulan por alrededores, observando e incorporando tales comportamientos a su forma de actuar cotidiana. Asimismo, es importante destacar que estos vagones son el dormitorio de los pequeños y para muchos, la única casa que conocen.
Ante esta situación, los moradores han decidido hacerse escuchar, hablando con Nuevo Diario. “Lo peor es que antes esto sucedía sólo a las noches. Ahora, su horario de trabajo se ha extendido a plena luz del día”, fueron las palabras, de indignación, de quien diariamente convive con esta situación en la vereda de su casa.
Si bien, la oferta sexual puede observarse en los alrededores del “Paseo del Siglo”, la ubicación de los vagones, que se utilizan como hotel alojamiento, se encuentran cerca del paso a nivel sur, y son constantemente visitados tanto por hombres como por mujeres que ofrecen y utilizan este controvertido servicio. Esta nueva utilización de los vagones del tren genera situaciones de hacinamiento, falta de higiene y alteraciones en la frágil salud mental, especialmente de quienes forman sus personalidades rodeados de un ambiente ostensiblemente sexual. Los vecinos, preocupados, se preguntan qué será de la vida adulta de estos chicos que actualmente conviven, no sólo con la pobreza y la marginalidad a la que la sociedad los condena por no poseer una familia, sino también por crecer en un ambiente donde el sexo se maneja como mercancía.
Fuente: Nuevo Diario Web
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