El destino de los terrenos ferroviarios del Gran Mendoza, y muy especialmente de la Capital, fue siempre en los últimos años motivo de polémica y aporte de proyectos que hemos visto quedar muchas veces en el intento.
Por eso ahora los mendocinos miramos con expectativa, aunque también con cierta desconfianza, la anunciada puesta en marcha del llamado metrotranvía, que tendería a concretarse en no muchos meses más. Y, además, habría un nuevo impulso para el regreso del servicio a Buenos Aires, según se desprende del reciente viaje de la Presidenta de la Nación a China. Lo cierto es que la provincia necesita superar todos estos diferendos y buscar una solución para esa parte de territorio que quedó en el más absoluto abandono con las políticas de los años ’90, que sin ningún tipo de reparo o paliativo hicieron pasar al olvido ramales que ya eran deficitarios y bastante ineficientes. Salvo el servicio de cargas concesionado, que utiliza sólo una parte de la vieja infraestructura ferroviaria, la ciudad de Mendoza y sus alrededores muestran gran cantidad de predios abandonados que sólo sirvieron para el despojo vandálico en sus instalaciones y la proliferación de baldíos en los que, en muchos casos, surgieron peligrosos asentamientos. Y esa sola partecita de terrenos del Ferrocarril que ahora dan vida al Parque Central contrasta con mayoritarios sectores que permanecen relegados. Y el panorama es similar en otros departamentos. Encima, se agudiza la polémica sobre si conviene o no que los trencitos eléctricos pasen a nivel por la calle Belgrano, aspecto muy objetado por la Municipalidad de la Capital. La posibilidad de soterrar dicho tramo que plantea la comuna no es algo nuevo, sino que se trata de una variante que ha quedado plasmada en el tiempo en algún proyecto surgido del ámbito universitario. Si la idea original de unir Maipú con sectores urbanos de Las Heras a través de la Capital se mantiene vigente, resultaría inconveniente obviar el tramo central de Belgrano y limitar la circulación de trenes a la vieja estación Mendoza, por el norte, y a la calle Pueyrredón, por el sur, por citar alternativas que se han venido planteando.
Destinar a esas diez cuadras céntricas al mantenimiento de un precario sector de estacionamiento de vehículos es un parche más para evitar llegar a una solución urbanística completa. Será responsabilidad de las autoridades lograr que el paso del tren no produzca congestionamientos de tránsito o que nada invite a imprudencias que deriven en accidentes. Si después de tantos años los sectores urbanos que pertenecían a los trenes no pudieron ser reemplazados, pues habrá llegado el momento de permitir que el tren sea el que los vuelva a poner en valor. ¿Será tan difícil lograrlo?
Fuente: Los Andes Online
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