El sur argentino sirvió de escenario para que inmigrantes galeses y pueblos originarios se encontraran en Chubut y unieran sus culturas.
Cuenta la historia que una tarde de fines del siglo XIX sucedió el encuentro. Los tehuelches observaron a los galeses que se habían reunido a rezar y se acercaron. No había entre ellos una sola palabra en común que pudiera servir de puente para iniciar un diálogo. Entonces una de las mujeres galesas que estaba presente se acercó a una tehuelche y le puso a su bebé en brazos. Con ese gesto empezó a tejerse la historia de este valle a los pies de la Cordillera de los Andes que hoy, más de un siglo después, aún conserva la magia de un encuentro de culturas que vale la pena conocer; más aún al momento de recorrer una geografía de una profunda belleza. La anécdota sale de la memoria de Silvia Williams (59), presidenta de la Asociación Galesa de Esquel. A ella se la contaron sus padres, que la escucharon de sus abuelos, que a su vez la obtuvieron de la memoria colectiva. "¡No es una leyenda! Es un hecho real que no sólo cuenta cómo empezó nuestra historia sino que además explica la riqueza cultural de este valle patagónico", explica. Y Cristian Paillalef (28), joven miembro de la comunidad mapuche y guía de turismo del Museo de Culturas Originarias de la localidad de Boquete Nahuel Pan coincide: "Desde el principio hubo una buena convivencia porque tanto tehuelches como mapuches eran culturas pacíficas y los galeses no vinieron como los españoles queriendo conquistar tierras sino sólo en busca de un lugar para vivir tranquilos. Además, para cuando llegaron a la cordillera ya llevaban muchos años en Chubut y se sabía de sus intenciones. Entonces eso lo hizo más fácil".
Un poco de historia. "Hemos encontrado una tierra mejor, en una lejana región del Sur, en Patagonia. Allí viviremos en paz, sin miedo a traidores ni espadas. Y allí Gales será rey. Loado sea Dios", escribieron los primeros galeses a sus compatriotas cuando en 1865 desembarcaron del "Mimosa", en Puerto Madryn. Llegaron a esa tierra patagónica en busca de un lugar donde vivir según sus creencias, con su identidad cultural y en paz, pero que en esa época resultaban imposibles en su propia tierra, sometida a la opresión de Inglaterra. Entonces la Patagonia estaba habitada por sus pueblos originarios, los tehuelches -provenientes de la zona pampeana- y los mapuches llegados después desde la zona andina del Pacífico y la Cordillera-, que desde hace años resistían el avance de "la civilización", iniciado por los españoles y continuado por los sucesivos gobiernos argentinos. Los galeses pasaron las primeras noches en cuevas que encontraron en la zona del desembarco y luego se establecieron. Desde Madryn, caminaron hasta encontrarse con el río Chubut y fueron fundando las ciudades de Trelew, Gainman y Dolavon. La belleza del paisaje los enamoraron para siempre. Y allí, entre los cerros Esquel y Nahuel Pan, los galeses sintieron que habían encontrado su nuevo lugar en el mundo. Patimonio cultural. "Hoy, gracias al trabajo de cada comunidad, el valle ha logrado mantener su identidad cultural que es muy valiosa y que los visitantes, además de disfrutar la belleza natural de este paisaje, pueden vivir y conocer", cuenta Verónica Buss, también descendiente de galeses y guía de turismo desde hace 21 años.
Con muchas más dificultades pero no con menos voluntad, "los pueblos originarios patagónicos también están trabajando para rescatar su valiosísimo y milenario patrimonio cultura", explica Cristian. Para los turistas que quieren conocer la zona, pueden recorrer el Museo de Culturas Originarias Patagónicas (antes llamado Museo Indigenista), ubicado en la estación Nahuel Pan de La Trochita, que forma parte del movimiento de revalorización del patrimonio cultural patagónico. Allí, los visitantes pueden conocer la historia de las culturas tehuelche y mapuche, cuyo presente puede visitarse hoy en Lago Rosario, una localidad muy pintoresca a 28 kilómetros de Trevelin habitada por unos 500 mapuches y con una gran historia detrás. "Hoy todos somos concientes de la importancia de no perder la riqueza cultural que tiene este valle. Hoy somos todos argentinos y eso está por encima. Es justamente esa unión como comunidad la que nos permite valorar y luchar por la recuperación de nuestros diferentes orígenes, concluye Silvia".
Fuente: Diario Cuyo
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