Vecinos de Tafí Viejo aseguran que entre la pasarela en mal estado y los vagones abandonados, ya no hay seguridad en los andenes. Tafí Viejo es un pueblo ferroviario que espera el retorno del tren. Ese hecho está desprovisto de romanticismos.
Porque los propios vecinos de ese municipio que integra el Gran San Miguel de Tucumán le contaron a LA GACETA que ellos no pueden aguardar, literalmente, el retorno del servicio de pasajeros en el andén. Si lo hicieran, aseguran, podrían perder hasta lo puesto. Los que viven en las cercanías de la estación "Tafí Viejo" -de la que partiría el recorrido- denuncian que la zona se convirtió en un peligro debido a la inseguridad y al descuido de las instalaciones. Asimismo, descreen de las promesas oficiales, tanto de la Nación como de la Provincia, de que la formación volverá a rodar por esos rieles. Y reniegan de que el anuncio que dio hace 15 meses la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, así como el viaje simbólico celebrado hace siete meses, fueron meros actos con fines electorales. Miedo y preocupación. El barrio "Villa Obrera" es uno de los más tradicionales de Tafí Viejo, ya que allí residen varias generaciones de ferroviarios. Los vecinos del asentamiento de casas bajas y sencillas deben cruzar por la pasarela peatonal que está en la estación para llegar al centro de la ciudad. Pero, debido al deterioro de la vieja construcción, muchos cortan camino atravesando las vías. Sin embargo, esos pocos metros se convirtieron en una trampa. El tren sólo llegó hasta la estación el día de la presentación del convoy. Para esa ocasión, se despejó la zona y se corrieron unos cuantos metros algunos viejos vagones, pero los carros pasaron a obstruir el improvisado paso de los vecinos. Según los testimonios de algunos vecinos, las máquinas sirvieron durante los últimos meses como refugio para delincuentes, que se escondían allí para asaltar a los ocasionales transeúntes. Ante el aumento de robos, los vecinos se reunieron en varias oportunidades y plantearon a las autoridades la necesidad de correr los vagones del lugar.
El fin de semana fueron trasladados algunos metros, pero esto no solucionó el problema dado que bandas delictivas formadas por jóvenes siguen atacando en la zona. Elsa Coronel (40 años) vive en el barrio desde hace 40 años y está indignada: "los vagones cortaban toda la circulación. Los sacaron pero de todas maneras, en la plazoleta se juntan chiquitos a drogarse y ya asaltaron a varias chicas. Tengo hijos y jamás los dejo salir solos. Todos los fines de semana hay robos. ¿La presencia policial? Para qué vamos a hablar: es inexistente. Encima, las chapas de la pasarela están picadas y los escalones, flojos", asevera. La plazoleta a la que se refiere está ubicada en la estación y los merenderos y juegos para niños, que hace unos meses lucían radiantes, hoy están cubiertos de maleza. A su turno, Alina G. (16 años) cuenta que, en época escolar, junto a sus compañeras juntaban dinero y tomaban un taxi para recorrer la corta distancia: "Todos los vecinos lo hacen. Nosotras salíamos cuando ya estaba oscuro y no quedaba otra. Casi no hay casi policías. Mi abuelo fue ferroviario y todos los recuerdos son lindos, pero es muy diferente ahora.
A las autoridades les pido que, como el tren no vendrá, arreglen esto. Necesitamos más seguridad", reclama. "Es común la inseguridad. De día anda alguno que otro policía, pero llegan las 22 y esto es un desastre. El tren iba a andar y, como no pasó nada, dejaron todo tirado. La gente que no puede subir la pasarela o que prefiere cortar por las vías, tiene que pasar entre los vagones y, ahí, ¡que Dios los ayude! A varios vecinos míos les robaron. Y las bandas agarran a los chicos que salen de los boliches. Tengo miedo, pero no me queda otra porque es el único paso, la otra pasarela está muy lejos", asevera Sebastián Solís (30 años). Efectivamente, el otro puente al que él hace referencia se encuentra a dos cuadras de la avenida Roca; es decir, a más de tres kilómetros de ese lugar. A María José Amaya (18 años) la asaltaron dos veces en las vías. "El sábado pasado fue la última vez. Cruzaba los rieles cuando me robaron.
Tampoco podemos ir por la pasarela porque se juntan chicos que también te roban y, encima, te agarran a pedradas. Hay mucha inseguridad", confiesa, y se aleja temerosa de la estación. Minutos después, Melina Aguilar (29 años) va a paso veloz con sus sobrinas. "La semana pasada le robaron a una jubilada, todos los vecinos advierten el peligro y cruzan rápido. Yo trabajo en el centro y tomo un colectivo que da toda la vuelta y demora más, pero no paso por aquí. La idea es que saquen los vagones porque son un peligro", dice. Bárbara L. (15 años) atraviesa presurosa la pasarela: "Tengo terror de que se me caiga un escalón cuando voy pasando, porque muchos están rotos", explica.
La joven debe cruzar por allí todos los días para tomar sus clases de inglés: "hay gente buena en la zona, pero también hay muchos chicos que toman y se drogan. Mi mamá está muy preocupada, además de desilusionada. Me contó cosas hermosas de la época en la que andaba el tren, pero lo que hicieron ahora es una mentira", afirma. Manuel López (65 años) camina cargado de vetustas piezas de madera. "Yo fui ferroviario, trabajaba en la carpintería. Pero si ahora tengo que pasar por aquí lo pienso dos veces, hay muchos asaltos y les quitan hasta la ropa. Hace falta vigilancia porque la policía no frecuenta mucho el lugar. Hace falta el tren y me da mucha tristeza todo esto de que por política prometan que vuelve y que no pase nada", cierra. La sensación general es bien resumida por Elsa Coronel. "Lo del tren era todo mentira, pero no fue un desengaño porque los taficeños estamos curados ya de esas promesas políticas. Ahora que se vienen de nuevo las elecciones, seguro volverá a aparecer el tren", completó.
Fuente: La Gaceta
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