Entre colectivos parados por la nieve y melancólicos andenes, la estación ferroviaria se transformó en el escenario de una larga vigilia.
--¡Un teléfono! ¿Dónde hay un teléfono?-- pregunta Juanita Rojas mientras hunde sus zapatillas entre la nieve de la primera cuadra de la calle Zapiola.
Frente a la estación de Cabildo se asoma la luz de un farol en un almacén que no pierde la esperanza de algún cliente más. Y Juanita, tan lejos de su templada Bogotá, insiste con su pregunta en una helada vigilia sin señal para su celular de última generación.
El viaje interminable, en un "bus" de Andesmar, de esta colombiana de 19 años había comenzado en Chile y tal vez concluya esta noche en Buenos Aires, donde dentro de unos días retomará sus estudios de cocina.
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Cintia termina de despertarse en los brazos de Sofía, su mamá boliviana (de Potosí), que la lleva para General Conesa (Río Negro).
"Llevé a la niña a un hospital de Buenos Aires, porque tuvo problemas de salud, pero en este control todo salió bien", explica desde su asiento de la planta baja del coche de TAC.
Cintia tiene 14 meses y unos enormes ojos negros; Sofía, 21 años y una admirable paciencia para soportar el viaje que empezó a las 20.30 del martes, en Retiro, pero que no sabe cuándo terminará.
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Historias mínimas multiplicadas con los más diversos protagonistas dejó la espera de los colectivos que ayer se fueron reuniendo en Cabildo.
Desde muy temprano, la nieve interrumpió los viajes por la ruta 51 y para las 10 el manto blanco superaba los 40 centímetros en la zona serrana.
Así, las horas se fueron sumando en un "mundo" reducido a pasillos y asientos, con chicos y grandes ansiosos y con muchas ganas de una comida caliente.
Tras una merienda en la escuela Nº 19, los pasajeros, convencidos de que el viaje no se reanudaría, volvieron a los "buses" para continuar a la espera de un tren que les prometían desde la Estación Sud.
"¿Hace 43 años que no nevaba así?", recuerda Oscar Moresco. También hacía mucho que no se juntaba tanta gente frente a la estación de Cabildo.
"Acá paraban todos los trenes. Dios me libre, ¡qué tiempos aquellos! Yo tenía un negocio acá nomás y se llenaba de pasajeros. Me acuerdo que venían muchos marineros pero, claro, son épocas pasadas", dice parado desde la puerta de su casa.
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Dos coches de Plaza, otro de Andesmar, otro de Vía Bariloche... De pronto mucha más nieve, de pronto granizo y al final un aguacero que Maccarena aunque termine empapada a los pocos metros porque está harta del colectivo y quiere caminar un poco.
"Jamás pude haberme imaginado semejante nieve por esta zona. Pensar que elegí este camino para ahorrarme una noche en Temuco", comenta la mujer chilena de 23 años que salió el martes a la mañana de Valdivia y que ayer por la tarde esperaba estar en La Plata.
"Pasamos por Bahía Blanca a las 10.30 y al mediodía llegamos a un sitio que le dicen... ¿Frapal? Bueno, ahí nos pararon y volvimos a Cabildo", cuenta Maccarena, quien no quiere llamar a su mamá para no inquietarla.
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Luciana tiene 29 años y vive en Villa Regina (Río Negro). De allí, y con destino a La Plata, salió el martes a las 4, tres horas después del horario que indicaba su pasaje.
"Creo que empezó a nevar en Choele, pero cuando pasamos por Río Colorado había varios centímetros sobre el pavimento, así que al mediodía tuvimos que quedarnos en Cabildo", señala con resignación.
María Esther es de Florencio Varela, salió desde La Plata y previa escala en Comodoro Rivadavia, tal vez mañana esté en Puerto Deseado.
"Calma, esa es la fórmula. ¿Queda otra? Estoy aquí desde las 7 y si bien es la primera vez que veo nevar, ya tengo ganas de volverme a casa", dice.
Lo único seguro para Irma es que no llegará a tiempo para recomenzar su trabajo como inspectora de bromatología en Caleta Olivia (Santa Cruz).
"Tenía que estar a las 8, por eso salí de La Plata el martes a las 22, pero en todos mis viajes hacia el sur, ésta es la primera vez que la nieve me deja parada. ¿Qué hice?, saqué fotos, miré algunas películas y aproveché a avanzar con mi tejido".
Guadalupe Gaitán es riojana, tiene 63 años, vive en Buenos Aires y se va, por cuestiones familiares, a Río Gallegos. "No me puedo quejar. Los choferes nos trataron muy bien y la gente de la escuelita, lo mismo. Nos divertimos, jugamos a las cartas y espero seguir viaje cuando el clima me deje. Acá, la única culpable es la nieve".
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Eran las 20.15 cuando, "rescatados" por el tren, los pasajeros emprendieron otra parte de su viaje hacia el más inesperado de sus destinos: la Estación Sud.
Fuente: La nueva, Bahia Blanca
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