martes, 11 de noviembre de 2008

Los turistas casi tocan el cielo paseando el en Tren de las Nubes

Pese a la desaceleración del turismo mundial, Argentina apuesta en nuevos proyectos para atraer visitantes: acaba de habilitar nuevamente el Tren de las Nubes, un ferrocarril que va tan alto por los Andes que parece que se pudiera tocar el cielo con las manos.

Este tren, que parte desde la ciudad de Salta, al noroeste del país, y recorre unos 400 kilómetros a lo largo de la cordillera sudamericana, alcanza una altitud normalmente reservada para helicópteros. Llega tan alto, de hecho, que cada vagón está equipado con botellas de oxígeno para ayudar a quienes sufran por la altura.
"Es totalmente diferente de lo que he visto antes. Es alto, estamos a unos 4.000 metros. Y hace calor, debe haber unos 20 grados centígrados. No se siente frío. Es genial", dijo Roswithr Brueder, una turista alemana de 48 años.

Era una de las aproximadamente 200 personas disfrutando del paisaje andino en este paseo de unas 16 horas. Pagaron en torno a 100 dólares por el viaje, que se realiza tres veces por semana. Pero los pasajeros se veían fascinados por el paisaje, especialmente lo más destacado del viaje: un largo y curvo viaducto que une dos imponentes picos montañosos.
"Es impresionante cuando vemos a la gente llorar al ver el viaducto, llorar al ver la gente que vive en este zona, al ver el paisaje. Para mí es increíble", relató Caterina Salcedo, una de las guías.
La línea férrea fue construida entre 1920 y 1930 por más de 1.000 obreros para ser usada por las minas de la región. Fue diseñada por el arquitecto estadounidense, Richard Maury, considerado una especie de héroe local y que tiene una estación con su nombre.
Tras ser cerrado a mediados de 2005, el Tren de las Nubes reabrió gracias a una nueva concesión y rápidamente se impuso como uno de los destinos favoritos tanto de extranjeros como argentinos, con personas ilustres como Lady Gabriella Windsor, la hija de 27 años del príncipe Michael of Kent.
El Tren de las Nubes es el tercero más alto del mundo, después del que recorre la cordillera de los Andes peruanos y otro que viaja hasta 5.000 metros de altitud en el Tíbet.

Un médico y tres enfermeras están siempre disponibles para tratar a las personas que sufran el mal de altura. De las 200 personas de cada viaje, "de 30 a 40 pasajeros necesitan atención. Lo que más necesitan es oxígeno", explicó una de las enfermeras, Lorena Torres. Los síntomas del mal de altura pueden incluir dolores de cabeza, dolor de estómago y náuseas.
Pero muchos pasajeros se preparan para la altura bebiendo infusiones a base de hoja de coca, el tradicional remedio utilizado por las poblaciones andinas.
"Estoy un poco mareada, pero ya está. Por suerte tengo coca", contó Laura Carta, procedente de Buenos Aires, mientras mascaba directamente las hojas, otra forma de luchar contra el malestar.

Maire-France Mayet, turista francesa de la zona de Burdeos, relató que estaba bebiendo té de coca desde la mañana. "Y realmente es eficaz", aseguró.

Extraido de :Punta de Rieles

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