viernes, 6 de junio de 2008

El arte en estaciones ferroviarias

Los que fueran los galpones de la ex estación ferroviaria en El Bermejo, Guaymallén, se han convertido en un lugar donde se desarrolla una importante labor cultural, propia de los vecinos del lugar. Sería interesante que en el resto de las ex estaciones se adopten decisiones similares para evitar que se conviertan en villas inestables, como está sucediendo.
La decisión de los vecinos de El Bermejo, en Guaymallén, de convertir los galpones de la ex estación ferroviaria de La Lagunita en un centro cultural, no hace más que ratificar la importante actividad artística que se desarrolla en la zona y, paralelamente, impide que los galpones del ex ferrocarril se conviertan en lugares donde se producen asentamientos inestables que luego son muy difíciles de erradicar.
El problema que se plantea con las ex estaciones ferroviarias data de hace ya 15 años, cuando partió el último tren hacia Buenos Aires. Porque fueron inmediatamente ocupadas por familias de escasos recursos que, obligadas por las circunstancias, vieron en esos galpones un lugar donde poder residir transitoriamente.
Aunque después, ante la demora en la toma de decisiones por parte de las autoridades, esos asentamientos en principio inestables, precarios y transitorios pasaron a ser permanentes.
Un ejemplo de ello se dio hasta no hace mucho tiempo con la estación central del Ferrocarril San Martín en la intersección de calles Belgrano y Las Heras, en ciudad, que se convirtió en una villa a la que se la denominó Costa Esperanza.
Pasó mucho tiempo hasta su erradicación definitiva -previa construcción de un barrio para sus habitantes- y las autoridades municipales debieron adoptar de inmediato la decisión de derrumbar los muros medianeros a los efectos de evitar un nuevo asentamiento.
Sin embargo, esa decisión no se ha adoptado en otros lugares, como es el caso de la estación del Belgrano, en San José, o la de Rodeo de la Cruz -por señalar sólo dos de las decenas de casos- donde inclusive se realizaron demarcaciones a modo de loteo para ser ocupados por cada una de las familias de escasos recursos.
Quienes ocupan esos lugares lo hacen obligados por las circunstancias, ante una política de Estado que provoca una carencia de unidades habitacionales que cubra las reales necesidades de la población.
Más allá de esas circunstancias y siempre ateniéndonos a lo que sucede en las ex estaciones ferroviarias, resulta destacable lo logrado por vecinos de El Bermejo, en Guaymallén, que convirtieron el lugar en un centro cultural.
Graffitis bien logrados y grandes dibujos adornan las paredes y los andenes no lucen abandonados sino reflejando el espíritu de la gente de la zona circundante. Un vecino recordó que los galpones se consiguieron a través de un pedido efectuado por la unión vecinal y destacó que en el lugar se dictan desde talleres de títeres hasta clases de folclore, todas en forma gratuita.
También se organizan reuniones y espectáculos a la gorra, como lo señaló una de las organizadoras de los espectáculos.
Esa actividad se adapta muy bien al sentir cultural de los habitantes de El Bermejo.
No debe olvidarse que a pocos metros de allí funciona la Plaza de las Artes; que se ha desarrollado una importante actividad de artesanías y comidas típicas en calles arboladas que se asemejan a senderos; que funciona un museo privado que destaca la actividad de escultores y pintores y hasta se ha recuperado lo que fuera el camping de trabajadores de un ex banco para desarrollar una intensa actividad cultural.
En los últimos meses se ha reflotado la intención de volver a poner en funcionamiento un tren -en este caso de alta prestación- que unirá a Mendoza con Buenos Aires.
Se asegura que muy posiblemente en julio se reciba la presentación de las ofertas técnicas y en setiembre se proceda a la apertura de los sobres de licitación. Se indicó además que las tareas menores podrían iniciarse a fin de año y el grueso la obra en abril o mayo, con un plazo de ejecución de 48 meses.
De concretarse esos plazos, resultaría interesante que desde ya se comience a trabajar para recuperar las ex estaciones ferroviarias, ubicando a los actuales ocupantes en viviendas dignas. Esos galpones podrían ser destinados, entonces, a cubrir las necesidades del nuevo ferrocarril o bien convertirse en una nueva oferta turística que la provincia puede ofrecer a los visitantes. Lo que se ha logrado en La Lagunita es sólo un ejemplo de lo que se debe hacer.

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